La condena de Epa Colombia, como se le conoce a la famosa y auténtica influencer, admirada y odiada por muchos en las redes sociales, abrió un debate muy necesario.

Si la premisa, es que, a falta de justicia, bueno sería el compromiso, la reparación de los delitos y el perdón efectivo para salir del atasco, por qué no hacerlo.

Hasta el mismo Álvaro Uribe lo propuso. Él, que por más expresidente que sea, se ve ahorcado por el sistema que, como un alíen, tiene vida propia y es imposible de arreglar, lo entendió.

Tanto Uribe como Epa, ya en carne propia sienten los rigores. Injustos o no, ya no importa. Padecen el sistema. Como les ha pasado a millones.

Imagínense ya van cuatro magistrados de la Corte Suprema de Justicia, condenados por corrupción en el ejercicio de su cargo.

Creo que esa idea de una amnistía o perdón general para arreglar el país debería ser estudiada y tenida en cuenta.

Claro, pensando en un borrón y cuenta nueva que nos sirva y nos ayude a salir del atolladero, no uno que nos atasque más, como hasta ahora.

Es obvio que en un país en el que ha pasado de todo, es necesario por lo menos estar de acuerdo en que, tal y como quedó expresado con el tema de Epa Colombia y su condena, la justicia en el país debe funcionar igual para todo el mundo.

Pero no lo hace. No es eficaz. Ni justa. Imagínese que hay juicios por el Carrusel de la contratación que 10 años después, siguen en etapas preliminares, solo por citar un ejemplo.

Aunque las comparaciones en cuanto a delitos no se pueden hacer tan fácilmente, la imposibilidad de entender entre unos y otros, es la magnitud del daño. Pero en los grandes macro casos lo que dio pie a la violencia en cualquiera de ellos, es injustificable.

Los argumentos de la guerrilla, de los paras, de los grupos delincuencias y hasta lo de Epa, pueden ser válidos, pero los métodos utilizados no.  Violaron la ley.

No es justificable que miembros de las Farc estén en el Congreso y una persona por robarse un caldo de gallina sea condenado a 6 años de cárcel. No será posible nunca tener un país en paz.

Ahora si a uno se les premia y a otro se les castiga tendremos el país estancado per se.  Imposible avanzar así.

Quienes hemos sido morosos sabemos que una admistía para arreglar el asunto, en temas de impuestos atrasados y otras deudas como una multa de tránsito que no se pagó en los tiempos establecidos y creció exponencialmente haciéndola impagable u otras deudas atrasadas con bancos, ayuda mucho.

En el fondo, la estrategia de esos perdones, sirve para recaudar algo más y no perderlo todo. Pues se paga, incluso menos, pero se paga.

Ya lo decía una máxima histórica: Mejor un mal arreglo que un buen pleito.

Pensaba en esto, básicamente, por aquellas gentes, que no pudieron pagar sus deudas y otros compromisos. No obstante, esas amnistías ayudan a soltar el nudo. Y les sirve a las dos partes y no solo a una.

¿Sirve la herramienta? Claro que sí. Porque al final es un perdón general para todos. Igual que hicieron con el M-19. Es más, podríamos luego de eso hacer finalmente una mejor Constitución. Una que modifique el Estado inservible para el ciudadano que hoy tenemos y del que se quejan por igual.

Ahora, pensemos eso en términos de graves delitos: narcotráfico, secuestro, desapariciones, corrupción en todas sus manifestaciones, despojo de tierras, riquezas robadas, extorsión o procesos amañados y dirimidos en medios masivos por periodistas y no por jueces.

Un perdón de la justicia a todos los que han delinquido y el seguimiento efectivo que no lo volverán a hacer a cambio de verdad y reparación es preferible que procesos interminables, trampas y un largo etcétera en esto.

Se imagina si existiera el compromiso de dejarlo todo a cambio de no enfrentarse a la justicia.  Los (Ponga aquí el nombre y el apellido que quiera) estarían obligados a devolver buena parte de lo que se robaron. Hoy, muy a pesar de los colombianos, todos ellos disfrutan de completa impunidad.

Es bueno reconocer que somos un pueblo con conflictos eternos. Colombia, es un país que perdió la lucha contra las drogas y tiene hipotecado el futuro producto de su pasado violento y desigual.

De seguir como estamos hoy, a pesar de los intentos fallidos de una paz con paras y guerrillas de toda índole, y cientos de políticos presos, por lo menos, estaremos condenados a otros 100 años de soledad como siempre lo supo Gabriel García Márquez.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.