“Sería un binomio como el de Putin y medvédev: Uribe gobernando en realidad y quizás Iván Duque con el título formal de presidente”, especula Valencia en su columna de Semana.

Teniendo en cuenta que la razón de ser del vicepresidente es tomar el puesto del presidente si este no puede ejercer su función, y que Uribe está impedido para ello, la propuesta nacería con grandes reparos.

Pero ya el uribismo ha sorprendido al país con mayores audacias, de manera que esta iniciativa no se puede subestimar”.

Por otra parte, Valencia afirma que “el triunfo del ‘No’ (en el plebiscito del pasado 2 de octubre) se convirtió en el primer pulso electoral de las elecciones presidenciales” y le dio alas al uribismo para soñar con un regreso a la Casa de Nariño.

En un breve análisis de dicha votación, Valencia resume que “el Centro Democrático solo tiene el 20 por ciento del Congreso, 56 de 1.121 alcaldías y un gobernador de 32”, sin embargo, en las presidenciales es a otro precio:

Cuando se pone a votación el liderazgo nacional, la competencia es muy reñida entre el uribismo y el resto de las fuerzas. Hay una correlación clara entre votación por el uribismo en presidenciales y votación por el No en el plebiscito”.

Claro está que, para que el uribismo llegue con la fuerza del plebiscito “es obligatorio que los temas de la paz y el posconflicto sigan en el primer lugar de la controversia pública”, concluye Valencia, por lo que no se puede descartar que la oposición siga dilatando la puesta en marcha de los acuerdos con las Farc.

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