Por: LA CRONICA DEL QUINDIO

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Este artículo fue curado por Pamela Lopez   Ene 26, 2024 - 12:09 pm
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En medio de la incertidumbre generada por el panorama económico de la época, así como la presencia de las mafias y la llamada ‘economía subterránea’, Colombia atravesaba un punto crítico antes de la catástrofe evidenciada el 25 de enero de 1999, cuando dos sismos, con intensidades de 6,2 y 5,8 en la escala de Richter, afectaron un área estimada de 1.360 kilómetros cuadrados de los departamentos de Quindío, Risaralda, Caldas, Tolima y Valle.

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Se calcula que alrededor del 40% de la población del Eje Cafetero fue impactada por este desastre, el cual, según datos de la CEPAL, los costos directos e indirectos ocasionados por el terremoto se estimaron en US$ 1.589 millones, equivalentes a 2,2% del PIB de 1998. De esta manera, no solamente se vio un alto impacto en las pérdidas humanas y las personas que se vieron damnificadas, sino que también la economía tuvo un alto, donde el comercio, los alimentos, las viviendas, el medio ambiente y la ruralidad se vieron afectados.

¿Qué medidas se tomaron?

Sin duda, uno de los principales impulsores de la recuperación económica del Eje Cafetero y municipios aledaños fue la creación del Fondo para la Reconstrucción y Desarrollo Social del Eje Cafetero – Forec-, el cual se fundó de forma maratónica con el objetivo de agilizar la asistencia inmediata a la población damnificada.

“Estaba empezando el Gobierno de Andrés Pastrana y el tema económico que se enfrentaba el país era un declive económico, no había recursos para nada, no como consecuencia del desastre, sino antes de este. Y lo otro, el tema de la corrupción estaba la famosa ‘economía subterránea’, estaba metido todo el tema de los paramilitares y de la mafia”, indicó en primer lugar Everardo Murillo, director de ese entonces de la Forec.

El 99% de los colombianos aportaron

Murillo relató que para financiar este fondo se recibió un crédito del Banco Mundial y, a su vez, se creó un impuesto a las contribuciones comerciales, donde las y los colombianos tenían que pagar hasta el 4% por transacción bancaria. Adicionalmente, se recibieron aportes internacionales a través de canales no gubernamentales, los cuales se tradujeron en atención humanitaria y proyectos de infraestructura, focalizando especialmente en vivienda y servicios públicos.

“En el año 1999 y 2000, el Gobierno, con todas sus entidades públicas, invirtió de manera normal en Pereira cerca de $40 mil millones de pesos y con los recursos del Forec, en esa misma época, invertimos $150 mil millones. En Armenia, las entidades del Gobierno invirtieron $26 mil millones, pero no solo en reconstrucción, sino en lo demás que el Ministerio tiene que poner. El Forec invirtió $617 mil millones”, agregó el exdirector.

Cabe resaltar la contribución significativa de US$13,5 millones otorgados por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), así como la canalización de aproximadamente US$9 millones provenientes de la cooperación de países europeos como Alemania a través de la GTZ, Italia y España. Sin embargo, la colaboración internacional y donaciones representaron el 1% de la ayuda total para reconstruir el Eje, según Murillo.

Tejido empresarial

De igual manera, tanto el comercio de Pereira como de Armenia se vieron en la necesidad de aportar un ‘granito’ de arena ante la emergencia. Germán Calle, presidente de la Junta Directiva de la Cámara de Comercio de Pereira, relató cómo fue para los comerciantes y gremios, tanto de Armenia como de Pereira, la reactivación económica de este sector: “Nos afectó ante ese afán de la tragedia, ante ese dolor humano. Fui a observar el centro de la ciudad de Armenia y qué dolor. Una ciudad cerrada, una ciudad muerta, a mí me dio pena estar ahí mirando, porque eso no era para mirar, porque el que no estuviera trabajando para ayudar, váyase, que está estorbando. Y regresé a mi Pereira y encontré una ciudad, sí, castigada por el terremoto, pero viva”.

Así mismo, destacó la resiliencia y el trabajo de la comunidad para reconstruir el tejido comercial: “El comercio fue mutando en la medida de esos grandes recursos nacionales e internacionales. Tuvimos la fortuna de que teníamos institucionalidad y que teníamos talento humano para hacerlo y al llegar estos recursos, las ventas empezaron a prosperar en un movimiento impresionante a tal punto de que no dábamos abasto”, agregó.

Generación de empleo

El sismo acentuó la recesión económica en la región, agravada tanto por la crisis en el comercio internacional del café como por la disminución generalizada del crecimiento económico. El programa de reconstrucción se centró directamente en la creación de empleo y la reorientación de la mano de obra hacia la reconstrucción, evitando distorsiones en el mercado laboral de las actividades caficultoras. Se reconoce la labor de la Federación Nacional de Cafeteros quienes se encargaron de apoyar la reconstrucción del sector rural.

Con base en el Plan de Finalización de la Reconstrucción del Eje Cafetero y cierre del FOREC, “la Federación generó resultados eficientes en el proceso de reconstrucción, aprovechando la infraestructura y logística de los comités departamentales y municipales de cafeteros para la reconstrucción en vivienda, salud, educación, e infraestructura comunitaria”, indicó el documento.

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Vivienda

Para subsanar el daño, se otorgó un subsidio de reubicación a las familias, por un monto de $12 millones de pesos cada una. Este programa benefició a las 100.186 familias propietarias o poseedoras que experimentaron daños parciales o pérdida de sus viviendas. Además, más de 17.000 familias que solo poseían sus propiedades fueron tituladas como nuevos propietarios, registrando sus inmuebles en el Catastro. Este proceso permitió el acceso a créditos y nuevos recursos tributarios para los municipios. En el ámbito de las viviendas rurales, donde también se vieron afectadas las familias cafeteras, se contabilizan 6.995 casas en Quindío y 4 .572 en Risaralda.

Campo

De acuerdo con datos obtenidos del Ministerio de Hacienda y Crédito Público, las pérdidas en el sector productivo, que abarca la agricultura, la industria, el comercio y el turismo, alcanzaron el 14%. El impacto del terremoto se reflejó también en la economía regional, con alrededor de 8.000 fincas cafeteras que quedaron parcialmente destruidas. Asimismo, aproximadamente 13.000 estructuras de diversas empresas e industrias colapsaron, quedando fuera de servicio de manera temporal o permanente. La imposibilidad de operar afectó a los bancos y entidades financieras, que no pudieron realizar transacciones y, por ende, no dispensaron dinero durante varias semanas.

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