Este es el último episodio del brote de violencia desatado en cárceles brasileñas, que las autoridades atribuyen a una sangrienta guerra entre los dos principales grupos criminales del país -El Primer Comando de la Capital (PCC) de Sao Paulo y el Comando Vermelho de Rio de Janeiro- y sus aliados, por el control del narcotráfico en el país.

“Por lo que pudimos ver, podemos afirmar que hay al menos tres presos muertos porque pudimos ver sus cabezas”, dijo el coordinador de la administración penitenciaria estatal, Zemilton Silva, a medios locales.

Algunos periódicos aseguran, sin embargo, que los muertos serían al menos 10.

Las autoridades cercaron el exterior de la cárcel para evitar fugas, pero dijeron que debido a que los presos cortaron la luz y tienen poderoso armamento, los policías militares y agentes penitenciarios esperarán a que amanezca para entrar el domingo a los pabellones.

“La orden fue dada: retomar el control de Alcaçuz y evitar rebeliones en otras unidades”, dijo al portal informativo G1 el secretario de justicia del estado, Wallber Virgolino.

Una columna de humo gris sobresalía esta tarde de la cárcel, que está a unos 25 km de Natal y está rodeada de dunas de arena por donde a menudo los presos han escapado cavando túneles.

El centro tiene capacidad para 620 presos pero alberga a unos 1.100.

Este es el último episodio del brote de violencia desatado en cárceles brasileñas, que las autoridades atribuyen a una sangrienta guerra entre los dos principales grupos criminales del país -El Primer Comando de la Capital (PCC) de Sao Paulo y el Comando Vermelho de Rio de Janeiro- y sus aliados, por el control del narcotráfico en el país.

En Manaos, capital de Amazonas, 56 presos murieron en un motín desatado el pasado 1 de enero, en la segunda mayor matanza registrada en una cárcel brasileña.

Y cuatro días después, el horror se repitió en una cárcel de Boa Vista, capital de Roraima, donde murieron 33 presos.

La ONG Human Rights Watch urgió esta semana al gobierno brasileño a acabar con el hacinamiento de sus violentas cárceles, al estimar que hay una sobrepoblación de un 67%.