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Ramos precisa en su blog que esa responsabilidad social tiene que ver con “cuestionar a los que tienen el poder”. De acuerdo con él, dar los dos puntos de vista para balancear la información “no nos lleva necesariamente a la verdad”.

Y recuerda que los mejores ejemplos del periodismo en Estados Unidos se dieron “cuando los reporteros tomaron partido”. Aunque aclara que hay muchos, trae a colación los de los periodistas del Washington Post que obligan al presidente Richard Nixon a renunciar; la postura de Walter Cronkite contra la guerra de Vietnam; y los reporteros del Boston Globe contra los sacerdotes pedófilos (y cuyo caso se explora en la película Spotlight).

Enfatiza en que “la neutralidad no es buena compañía”, y para reforzar sus planteamientos cita a Elie Wiesel, premio Nobel de Paz y sobreviviente del holocausto: “Debemos tomar partido. La neutralidad ayuda al opresor, nunca a la víctima. El silencio ayuda a quien atormenta, nunca al atormentado”.

En esa línea, esboza apenas el encabezado de la larga tarea de pendientes que tienen los periodistas: “denunciar la dictadura cubana, los presos políticos en Venezuela, la corrupción en Brasil, las mentiras oficiales de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa y las expresiones racistas en la campaña electoral en Estados Unidos”…

“No podemos tratar igual a un dictador que a una víctima de su dictadura. No debe ser lo mismo entrevistar a Donald Trump —que hizo comentarios racistas sobre mexicanos y musulmanes, e insultó públicamente a varias mujeres— que a las personas que ofendió”, asegura.

Estas son los casos en los que Ramos cree que los periodistas no deben ser neutrales:

  1. Racismo
  2. Discriminación
  3. Corrupción
  4. Mentiras públicas
  5. Dictaduras
  6. Violaciones a los derechos humanos

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