Una crónica publicada en el sitio web de la organización Connectas.org narra la historia de un joven negro, llamado Eliézer Rojas, a quien en Buenaventura lo tenían amenazado y tuvo que escapar por tierra hasta llegar a Chile.

Luego de varios intentos de entrar a ese país como ilegal, finalmente lo logró y llegó a un lugar llamado Cerro Chuño, un barrio de la población de Arica, donde había casas completamente deshabitadas.

Allí, el joven Rojas tomó en arriendo una de las viviendas sin siquiera preguntarse por qué había tanta oferta de vivienda. La verdadera razón de que Cerro Chuño sea un barrio fantasma es que una empresa minera solía procesar metales y 20 mil toneladas de desechos tóxicos.

Las 1.880 familias chilenas que en el 2009 habitaban allí fueron reubicadas por el gobierno por considerar que estaban en riesgo de intoxicación, como evidenció la presencia de plomo en la sangre y de arsénico en la orina de muchos de sus habitantes.

Ahora, muchas familias colombianas viven allí, con el riesgo de intoxicación y con la fama de que esa localidad es una guarida de ladrones… ladrones colombianos, a donde a veces los taxistas se niegan a entrar.

La nota de la organización explica que cifras del Departamento de Extranjera de Chile revelan que desde 2005 Colombia ha sido el principal solicitante de refugio, con un 78,7 % de las solicitudes, es decir, como narra la nota, se trata de colombianos que encontraron plomo en Chile mientras huían del plomo en Colombia.

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