En Bogotá, según datos del Dane, a la fecha hay 3,7 millones de personas trabajando en diversos sectores de la economía. No obstante, 1,3 millones están en la informalidad, lo que representa una tasa cercana al 36,8 %.

Si bien es un alivio saber que actualmente hay más personas laborando que el año pasado, la preocupación radica en que la proporción de ciudadanos que trabajan sin protección social aumentó un 2 % en comparación con las cifras de 2021. Es decir, se viene recuperando el empleo, pero no todo es de calidad.

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La situación de la capital, que produce 1 de cada 3 pesos del PIB nacional, refleja en gran parte la realidad del mercado laboral nacional. Según un reciente estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), entre los países miembros, Colombia tiene la mayor tasa de informalidad, que se sitúa alrededor del 53 %, por debajo de otros como Chile y México.

Según la OCDE, esto indica que en la ciudad se necesitan medidas novedosas para combatir la informalidad del empleo, que genera pérdidas económicas y de la calidad de vida de los trabajadores, así como la pérdida de potencial de creación de valor que, a pesar de sus connotaciones negativas, tiene el sector informal en la ciudad.

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La realidad informal

Según cifras oficiales, a nivel nacional se estima que en la actualidad el 85,2 % de las personas que trabajan de manera informal están vinculadas a microempresas. En la capital, por su parte, dicha informalidad se ve reflejada por vendedores ambulantes, conductores de bicitaxis y negocios locales, pero también por personas que deciden no reportar su actividad económica. Según expertos, las variables detrás de la informalidad siempre han sido las mismas: los costos asociados al salario, las cargas sobre los empresarios y la oportunidad de acceder a mejores ingresos sin responsabilidades tributarias.

Además, está el factor de que la capital, de manera creciente con la migración venezolana, se ha convertido en sitio de acogida de personas y de atracción del capital humano, que aumenta las solicitudes de empleo en la ciudad. “A la ciudad llegan cada año miles de personas buscando educación y empleo, lo que representa un reto para el mercado laboral. Hay que tener en cuenta que en este momento Bogotá no es tan competitiva, lo que contribuye a la creación de empresas informales”, dice Andrés Giraldo, director de la Facultad de Economía de la U. Javeriana.

Para contrarrestar la situación, el Distrito resalta que se vienen ejecutando planes que apuntan a mejorar la calidad de la contratación, con programas como Empleo Joven o a través de la Agencia Distrital de Empleo. En ese sentido, la Secretaría de Desarrollo Económico, dice, ha logrado avances en sectores como las actividades artísticas y entretenimiento, cuyo nivel de ocupación aumentó 31,7 %.

“De manera general, el 60,2 % de los ocupados en Bogotá se concentraron en cuatro actividades: administración y defensa, con 18,6 %; comercio y reparación de vehículos, con 17 %; actividades profesionales, científicas y técnicas, con 13,7 %, e industrias manufactureras, con 10,9 %”, indicó la entidad.

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Pese a los esfuerzos, la realidad y los problemas con la informalidad siguen siendo latentes. Una de las consecuencias es la inestabilidad, especialmente para comunidades vulnerables, como los vendedores ambulantes. Ejemplo de ello se vivió el mes pasado en Bosa, con 120 vendedores que enfrentaron un proceso de recuperación del espacio público. Debido a esto, varios llevan casi un mes sin trabajar, a la espera de que el Distrito les asigne otra zona.

Tuvimos que apoyarnos entre nosotros. La mayoría dependen de esto para vivir, entre ellos, madres cabeza de familia y personas con discapacidad”. Tenemos un compañero que salió de una operación de corazón abierto, y con toda esta situación, y su esposa no hja podido salir a trabajar, aseguró un líder de una asociación de vendedores ambulantes en Bosa, quien resalta que la estigmatización y la poca estabilidad les impiden acceder al derecho al trabajo.

Por situaciones como esta, expertos indican que, a pesar de que en la estadística muestran población ocupada, en la realidad su calidad de empleo y su estabilidad laboral no siempre están aseguradas. En ese sentido, se estima que el 7 % de los trabajadores del país se encuentran subocupados.

Potencial de la informalidad

Si Bogotá llegase algún día a declararse república independiente, economistas indican que el naciente país sería clasificado como un país de ingresos medios altos, ya que el salario promedio es más alto que el mínimo, lo que muestra el potencial para generar empleo de calidad.

“Un pedazo de la reforma tributaria que se está discutiendo va en dirección a las recomendaciones de la OCDE, frente a que las personas tributen un poco más y las empresas un poco menos. Si la reforma tributaria no envía una señal clara de incentivo a la inversión, aumentará la informalidad”, argumenta Andrés Giraldo, director de la Facultad de Economía de la Universidad Javeriana.

De esta manera, la OCDE ha recomendado al país tomar medidas para balancear el tipo de contratación en la economía y lograr que el empleo formal sea posible para diversas empresas de la economía. “Combatir la informalidad requiere estrategias multidimensionales novedosas. Apoyar el desarrollo de la economía social y solidaria (ESS) puede contribuir, ya que representa alrededor del 4 % del PIB de Colombia y cerca de 7 millones de colombianos están afiliados a organizaciones de ESS, como cooperativas, asociaciones mutuales y fondos de empleados”, indica la OCDE.

Por el momento, el empleo sigue recuperándose, pero el reto ahora, sin duda, será el de asegurar que ese aumento de las tasas de empleo también venga acompañado con calidad para los trabajadores y las empresas.