El huevo servía para explicar el significado de la resurrección a los niños, explicando que de él nacía un pollito, recuerda Alejandro Bermúdez de Aciprensa.

En algunos países de Europa, como Italia, en el Domingo de Ramos muchas familias llevan huevos a la iglesia para que los bendiga el sacerdote. Estos se cuecen luego para consumirlos en el Domingo de Resurrección, señala Bermúdez.

Es muy conocida la tradición en Estados Unidos, que hace parte de la alegría de la resurrección de Cristo, entre las misas los niños realizan una búsqueda de huevos de chocolate o de plástico, con golosinas dentro, resalta el portal religioso.

Huevos de Pascua
Huevos de Pascua / Adam Berry/Getty Images

Los judíos, por su parte, en la Pascua sumergen el huevo en agua con sal para recordar las lágrimas derramadas en su camino hacia la libertad.

Con la llegada del cristianismo, el huevo pasó de ser un símbolo de fertilidad y renacimiento, a representar la resurrección de Cristo que con su sacrificio en la cruz da vida nueva.

En Francia, el rey Luis XIV hizo traer en la Semana Santa el huevo más grande del reino y él mismo repartió huevos pintados con pan de oro a sus cortesanos y servidores.

Igualmente, en el siglo XVIII los comerciantes alemanes comenzaron a fabricar huevos de chocolate para venderlos en Pascua, como celebración del fin de las privaciones propias de Cuaresma.

En cuanto al conejo, Bermúdez explicó que antiguamente la figura de la liebre se utilizaba como recurso de catequesis para hablar sobre como debía ser el camino del cristiano hacia la resurrección.

Conejo de Pascua
Conejo de Pascua / Sean Gallup/Getty Images

Las patas traseras de la liebre son grandes, poderosas y sirven para cambiar velocidades y ascender por terrenos empinados. En cambio, las patas delanteras son pequeñas y débiles, comentó el especialista de Aciprensa, que agregó:

Esas patas hacen que al conejo le sea fácil ascender y difícil descender. Esto era utilizado para representar el camino de la vocación del cristiano. Debe ser reacio y difícil ir hasta abajo en su vida moral y a la vez debe ser pronto, presto y ágil para ir hacia arriba, hacia la resurrección del Señor”.

Alejandro Bermúdez también resaltó que el huevo y el conejo de Pascua son “símbolos que no podemos rechazar sino recuperarlos porque su origen es cristiano”.

En el año 2014 el papa Francisco envió 150 huevos de Pascua a un hospital pediátrico para alegrar a los niños enfermos de cáncer. Este año, el Pontífice entregará huevos de la marca Kinder, concluyó la nota.

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