A muchos les ha pasado (a la mayoría, a menos que sea una o un conquistador empedernido): han estado en relaciones de las que estaban seguros de que resistirían la prueba del tiempo y luego terminan por derrumbarse ante sus ojos.

A veces se sabe la razón exacta del porqué se acabó todo, y, si es su caso, evite que los recuerdos lo invadan. Si ya respiró y está listo para seguir leyendo, sabrá que, en otras ocasiones, la relación parece irse cuesta abajo sin que se sepa muy bien ni cómo detenerla ni por qué se está desmoronando en primer lugar. 

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Si está viviendo esta situación, expertos le “abren los ojos” acerca de qué es lo que puede estar acabando con su larga relación de pareja.

Los motivos

1. Nada de intimidad. El psicólogo Francisco Moreno señala que las relaciones sexuales juegan un papel importante en la relación, pero no es la única forma de tener intimidad física: son los pequeños momentos, un beso de despedida, tomarse de la mano y acurrucarse en el sofá. Cuando una pareja ya no tiene contacto físico con regularidad, es fácil sentirse, simplemente, como compañeros de apartamento.

2. Problemas no resueltos o problemas de dinero. Puede haber algunos problemas por los que usted y su pareja discuten un millón de veces, y todavía no parecen estar de acuerdo. Las peleas continuas que nunca llegan a un punto en común promueven el tipo de animosidad persistente que destruye cualquier amor. Por otro lado, lo mismo pasa con los problemas financieros: si se pasan todo el día tratando de entender cómo pagar las tarjetas de crédito del próximo mes es fácil terminar resintiéndose con la otra persona y acabando con el amor. 

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3. Caer de forma crónica en la rutina. Caer en una rutina o permitir que una relación se vuelva habitual son problemas comunes que las parejas enfrentan en el transcurso de sus relaciones a largo plazo, lo que puede resultar en una falta de espontaneidad y de aventura. Cuando eso sucede es fácil dejar de esforzarse y comenzar a dar por sentada a nuestra pareja. A nadie le gusta sentirse como no “prioritario” o verse criticado constantemente por cosas que antes parecían no tener importancia.

Nuestra autoestima se desploma cuando el que se supone que nos ama nos hace sentir invisibles, infravalorados y menospreciados con regularidad.

4. Adicciones. Aunque la adicción es una enfermedad fuera del control para cualquiera, es casi seguro que daña una relación. Las parejas que tienen adicciones crean un ambiente caótico e inestable y son emocionalmente impredecibles porque su vida gira en torno a los altibajos de alimentar su adicción. 

En una relación de este tipo, el no adicto a menudo se convierte en padre y la persona adicta, en hijo, lo que puede generar resentimiento y hostilidad en ambas partes.

La falta de voluntad para recibir tratamiento puede convertirse en la sentencia de muerte de un matrimonio o una relación a largo plazo.

5. Una experiencia que cambia la vida. Cuando alguien pasa por una experiencia que cambia la vida, como una emergencia de salud, una muerte o la pérdida del trabajo, suele encontrar una nueva perspectiva de la vida que le hace reevaluar las cosas que alguna vez quiso. Pasar por una experiencia como esta puede hacer que una persona note que quiere cosas diferentes a las de su pareja, y quiere sentirse más satisfecha en los años que le quedan de vida.

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6. Traiciones. Independientemente de cuánto tiempo haya estado con su pareja, si él o ella hace algo que lo hace sentir traicionado, podría ser perjudicial para su relación. Cosas como la deshonestidad financiera o la infidelidad sexual pueden separar a una pareja, incluso después de décadas.

7. Conflicto de valores. En un momento de su relación a largo plazo es posible que usted y su pareja sientan que se encuentran en una encrucijada. Usted valora una cosa y a la otra persona le importa algo más. Y eso puede ser difícil de comprender. 

A medida que envejecemos nos hacemos más conscientes de cuáles son nuestros valores y estamos menos dispuestos a vivir sin estar alineados con ellos.