El resultado de un macroestudio publicado en la revista Lancet, que tuvo en cuenta a 1,7 millones de personas, determinó que la pobreza acorta la esperanza de vida en más de 2 años (2,1) en adultos entre 40 y 85 años. Mientras tanto, el alto consumo de alcohol la reduce en medio año; la obesidad la acorta 0,7 años; la diabetes reduce la esperanza de vida en 3,9 años; la hipertensión en 1,6 años; el sedentarismo, 2,4 años; y el tabaco reduce la media de vida 4,8 años.

Los autores del estudio afirmaron lo siguiente:

El bajo nivel socioeconómico es uno de los indicadores más fuertes de la morbilidad y mortalidad prematura en todo el mundo. Sin embargo, las estrategias de salud global no consideran las circunstancias socioeconómicas pobres como factores de riesgo modificables”.

El informe demostró que los participantes del estudio con bajos ingresos tuvieron un mayor riesgo de mortalidad, que aquellos con alta posición económica.  Asimismo, los de posición intermedia tuvieron un mayor riesgo de mortalidad en comparación con los de mejor situación socioeconómica.

De las personas fallecidas tomadas en cuenta para el estudio, el 15,2 % eran hombres con baja posición social, mientras que en los de perfil más alto los muertos representaron el 11,5 %. En las mujeres pasó algo similar: De las que murieron, el 9,5 % de las mujeres eran pobres y el 6,8 % eran de un nivel de ingresos más elevado.

Los investigadores, liderados por Silvia Stringhini, del Hospital Universitario de Lausana en Suiza, concluyeron:

La adversidad socioeconómica debe ser incluida como un factor de riesgo modificable en las estrategias de salud local y global, las políticas y la vigilancia del riesgo para la salud”.

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