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Los críticos de la Navidad anticipada nunca son tan felices como aquellos a quienes critican, sostiene el portal británico Unilad, que consultó a varios expertos en sicoterapia.

“La temporada navideña despierta una sensación de nostalgia. Esta ayuda a vincular a las personas con su pasado personal y las ayuda a comprender su identidad”, afirma Amy Morin, sicoterapista y escritora del superventas ’13 Things Mentally Strong People Don’t Do’ (’13 cosas que las personas mentalmente fuertes no hacen’).

“Para muchos, colocar las decoraciones navideñas temprano es una forma de reconectarse con su infancia”.

Así mismo, un estudio del ‘Journal of Environmental Psychology’ evidencia que las decoraciones son usadas “como pistas para comunicar accesibilidad a los vecinos”, llegando a facilitar las relaciones interpersonales.

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Por otro lado, el afán de los comerciantes (acaso los más felices de la temporada) por lograr sus ventas puede generar en los ‘pro-navideños’ lo que el bloguero de El Espectador Oscar Andrés Martínez denominó “ansiedad de bolsillo” y describió así:

“Esa que provoca la angustia de que hay que comprar los regalos, la cena navideña, pagar la matrícula del colegio de los niños, alistar la plata de la lista de útiles escolares, los libros y los uniformes, entre otras obligaciones”.

En la misma línea, el sicólogo José Luis Rojas, citado por la emisora chilena Radio Hoy, opina que “este tipo de campañas tan anticipadas, sólo estresa y angustia a las personas y se pierde el sentido de la Navidad”, y añade que las personas más afectadas pueden ser aquellas que, por su economía u otros factores, no puedan satisfacer sus expectativas.

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