Ella, una británica de 43 años, tuvo una cefalalgia luego de alcanzar el clímax por segunda vez en una relación de sábado por la mañana con su esposo. Al terminar, fue golpeada por un dolor de cabeza insoportable, pues el éxtasis le provocó un accidente cerebrovascular que, a la postre, le dejó sin movimiento la parte izquierda de su cuerpo, reporta Mirror.

Lucinda tuvo diabetes gestacional durante su embarazo hace cuatro años. Al contar su historia al diario inglés recordó que ese sábado revisó, como la mayoría de los días, su presión arterial, y era baja. “Así que volví a la cama con Tony. Una cosa llevó a otra y después de que tuve un segundo orgasmo, ese viejo y familiar dolor agudo empezó en mi cabeza, encima de mi ojo derecho. Normalmente es un poco como congelar el cerebro y nunca dura mucho tiempo, pero esta vez no se fue y pronto me retorció de agonía”.

“Pensé que era normal, pero me dirigía a una hemorragia cerebral”, recuerda Lucinda. Para enfrentar el caso, los médicos del Hospital Queen Elizabeth, en Birmingham, le tuvieron que inducir un coma para practicarle una craneotomía y cortarle parte del cráneo y liberar la presión en su cerebro, agrega el diario inglés. En realidad, su vida estuvo en máximo peligro.

El artículo continúa abajo

“Tengo suerte de estar aquí. Pero yo no desearía que lo que he pasado le ocurra a alguien más”, le dijo Lucinda al medio. “Nadie habla de dolor de cabeza posorgasmo. Eso es comprensible. Pero quiero aumentar la conciencia de cómo puede ser una señal de advertencia”.

Recuerda que su neurocirujano estima que ella tiene una anomalía congénita en un vaso sanguíneo. “Eso es lo que causó mi dolor de cabeza intermitente durante toda la vida después del orgasmo”, dijo.

¿Y el bebé que llevaba en el vientre cuanto sufrió el episodio? Se llama Marri-Alice, y nació sana el 19 de noviembre de 2012. “Fue un momento agridulce, ya que no podía sostenerla”, recuerda Lucinda. “Tenía que colocarla en mi brazo derecho. Cuando llegamos a casa, sentí pena por la pérdida de mi antiguo ser. No era la madre con la que había soñado. No podría ir a recogerla [a la niña]”.

Con el paso de los meses ella tuvo momentos de depresión que superó con la ayuda de su esposo. Después de eso, para evitar distracciones en la habitación donde ocurrió la cefalalgia, Lucinda y su pareja tratan de tener relaciones en una cabaña.

“Ahora nos hemos metido en un bungalow y hemos empezado de nuevo. Lo que ha sucedido me ha cambiado para mejor. Aprecio cada momento y el apoyo increíble que mi familia y amigos me han dado. Siento que ahora tengo una mejor comprensión de lo que es el amor verdadero”.

LO ÚLTIMO