Actualmente ella es un referente mundial de la belleza femenina –es una de las modelos de talla grande con más mercado en las pasarelas internacionales– y ha sido portada de destacadas revistas de moda en Europa y en los Estados Unidos.

Sin embargo, para llegar hasta ahí tuvo que sanar las cicatrices que le dejaron años de maltrato psicológico.

Todo comenzó cuando era muy niña y cuando fui víctima de ‘bullying’ durante 10 años, y todo esto tuvo un fuerte impacto en mi vida, porque mi autoestima se vio afectada a raíz de todos estos rechazos (…). Fui pisoteada por mucho tiempo”, dijo Jiménez Pacífico en un video testimonial que compartió en su cuenta de Facebook.

No era feliz en mi propia piel”, añadió la modelo que ahora busca difundir un fuerte mensaje de amor propio para los niños y adolescentes que sufren de algún tipo de trastorno emocional, como consecuencia del difícil entorno social y cultural, y sus reversados cánones de belleza.

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Tenía la mentalidad de que debía ser delgada para poder ser bella (…). Cuando me miraba al espejo me sentía gorda, me veía gorda, siendo que era una niña muy delgada en ese momento (pesaba 58 kilos) y no me aceptaba como era (…). No comía para ser aceptada por todo el mundo, porque yo pensaba que en eso se basaba la belleza”, añadió.

Pero todo eso cambió cuando habló con sus padres acerca del problema. Empezó a cambiar la percepción que tenía sobre ella misma. “Me doy cuenta que soy bella como soy. Con mis curvas, mi trasero grande, con mi pecho grande, con mi celulitis, con mis rollos”.

Todo esto coincide cuando abandonó el país para vivir en Islandia, una nación con una tradición incluyente, que respeta las diferencias y promueve el libre desarrollo de la personalidad y eso le ayudó.

No obstante, María Jiménez Pacífico no cree que sea necesario abandonar el país para vivir sin ser presa del rechazo social.

Me tomó 19 años querer este cuerpo, lo cual es una lástima –dice– porque fueron 19 años botados a la basura”. Y reconoce que gran parte de que niños y niñas sufran solos –casi al borde del suicidio, en algunos casos­– está en que los padres estén pendientes de cultivar en los pequeños el sentido del amor propio, los valores “porque si los niños o las niñas crecen amándose, aceptándose, queriéndose y aceptando las diferencias, así la sociedad colombiana será diferente”, apuntó.

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