El capítulo 30 de ‘La mesa de centro’, un programa audiovisual de ese medio digital, se tituló ‘El músculo de la comida chatarra’ y reveló los numerosos inconvenientes que existen en la pretensión política por hallar una regulación con mejores alcances para la salud pública, debido a la conexión existente entre obesidad y el consumo de productos ricos en azúcar, como jugos y gaseosas.

En primer lugar, el video muestra que el Invima ordenó en septiembre de este año la suspensión total de los servicios de publicidad en distintas plataformas para la marca de jugos ‘Hit’, de Postobón, y ‘Fruper’, de Alpina, luego de concluir que “el producto alimenticio no se puede publicitar dando a entender que es natural”.

El video suministra datos como el porcentaje de fruta en jugos ‘Hit’:

Naranja: 1 %
Mora: 8 %
Frutas tropicales: 9 %

Sin embargo, a pesar del pronunciamiento del Invima, las piezas publicitarias de estos productos se mantienen, pero con pequeños ajustes en el lenguaje como suprimir la palabra “fruta” de empaques, redes sociales y otros formatos. Por esta sanción incumplida, Red Papaz interpuso en septiembre de 2018 una tutela al Invima y a la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) porque las campañas de Postobón y Alpina, con estos productos, siguen mencionando estar hechos en su mayoría con productos naturales, de acuerdo con información del diario El Espectador.

La Silla Vacía revela que un tribunal negó esa tutela, así que todo sigue igual, o casi igual, porque ahora algunas piezas publicitarias tienen ‘aclaraciones’ como esta: “Hit maracuyá tiene 50 % más fruta comparado con otro producto de la misma categoría”.

La segunda batalla (a punto de perderse) es la del proyecto de ley de etiquetado promovido en el Congreso por los partidos Polo Democrático, Liberal y Alianza Verde. La propuesta consiste en que los empaques de comida tengan una etiqueta que incluya de forma “clara, visible y veraz, los niveles de azúcar, sodio y grasas saturadas”, como lo indica el análisis de La Silla Vacía.

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El caso de éxito, o mejor, el ejemplo a seguir, es el de Chile, que lo incluyó en la comida chatarra desde 2012. ¿Pero por qué no ha prosperado esta iniciativa? El medio digital muestra el lobby hecho por las industrias para que esto no suceda (dicen que la etiqueta genera miedo en la gente) y la manera en la que se ha ido dilatando este tema en el Congreso, apoyados por el Centro Democrático:

“Mientras se pretende legalizar las drogas, se sataniza la industria de las azúcares”, dijo la entonces representante a la cámara Margarita Restrepo; “no me gusta que se satanicen porque yo creo que a ustedes se les olvidó su infancia. Yo fui muy feliz. Me comí todas las nucitas, todas las papitas, todas las chocolatinas, todas las gaseosas del universo”, afirmó en un debate la exrepresentante a la Cámara (y ahora senadora) María Fernanda Cabal.

A estas declaraciones se les suma las del también representante uribista Samuel Hoyos (quien hoy tiene la aspiración de suceder a Peñalosa en la alcaldía): “No hay comida chatarra, hay consumidores chatarra, y eso es lo que tenemos que evitar como sociedad”.

Finalmente, la tercera pelea que nombra La Silla Vacía en contra de la comida chatarra es, según el criterio de expertos consultados por el medio, la más efectiva para “prevenir los problemas de obesidad asociados al consumo de comida chatarra”: el impuesto al consumo.

Es decir, haciendo más costosos los productos ultraprocesados como las gaseosas. Una propuesta que tampoco tuvo un final feliz en el Congreso. Por el contrario, “el hueco fiscal según el Gobierno es de 14 billones de pesos, y la solución es que vengan más impuestos para los huevos, la lechuga y los bananos”, expresa el análisis de La Silla Vacía basado en la propuesta de Ley de Financiamiento impulsada por el Gobierno de Iván Duque.

Según El Espectador la publicación The Lancet divulgó un estudio que concluye que en los últimos 40 años la cifra de niños obesos en el mundo se multiplicó por diez, y ya hay más de 124 millones.

Este es el video completo de ‘La mesa de centro’: