En medio de lo peor de la pandemia, llegó a mis manos un breve ensayo autobiográfico de la estupenda Nona Fernández (Patricia Paola Fernández Silanes -Santiago de Chile, 1971), una mujer polifacética: actriz, escritora, guionista y feminista. Ella misma se define así: “Actriz por gusto. Narradora por hinchar las pelotas, por no olvidar lo que no debe olvidarse. Guionista de culebrones por necesidad. Chilena incómoda, y a ratos rabiosa”

Cuando me llegó el libro, para ser franca, solo quería leer ficción o novela histórica – creo que hay épocas en que cada uno de nosotros tiene romances con determinados géneros literarios según el momento de vida que estemos atravesando – y sencillamente lo dejé para después. Hoy creo que, de haberlo leído en aquel entonces, me hubiera hecho mucho bien, pero dicen por ahí que el universo es sabio y le trae a uno las letras cuando el calor es el adecuado.

El libro de Nona se llama “Voyager” (2020), hace parte del proyecto de “El Mapa de las lenguas”, de Penguin Random House @penguinlibrosco, y arranca con el acompañamiento a un examen neurológico que Nona hace a su madre enferma, y, paralelamente, con un relato sobre un proyecto de amnistía internacional llamado “La constelación de los caídos” – al que Nona ha sido convocada, que pretende básicamente que la Unión astronómica internacional le ponga a 26 de las estrellas de una constelación de más de 100 –aunque solo 50 de ellas son visibles-  el nombre de los 26 caídos en el desierto de Atacama el 19 de Octubre de 1973, víctimas de la ejecución por parte de la caravana de la muerte, bajo la dictadura de Pinochet. Nada mejor que honrar en el desierto, el mejor lugar del mundo para observar estrellas, a los 26 mártires: en el mismo cielo que los vio morir. El video lo pueden ver en este enlace: https://www.youtube.com/watch?v=WUu9CZ21Jfs.

La enfermedad de la madre de Nona tiene que ver con su cerebro. Y Nona, al observar en detalle el examen neurológico al que acompaña a la madre, percibe en el monitor las descargas eléctricas de su cerebro, y siente que está viendo, justamente, el firmamento, con sus agujeros negros y las titilantes constelaciones como brújulas de luz en medio de la oscuridad. Un firmamento que, como el cerebro, es medidor y guía: Un firmamento que, a lo largo de los siglos, ha sido utilizado para medir el tiempo, las estaciones, y se constituido en una guía para navegantes y mercaderes.

“Mujeres y hombres siempre ha observado el infinito, el cosmos. El cielo era un verdadero mapa.”, nos dice.

La madre le ha dicho a la Nona-niña que cada estrella es gente chiquitita mirando desde allá… Y esa ha sido la forma de explicar y habitar el mundo de muchos pueblos. Nos relata la autora que Huenuman, por ejemplo, nombre que los mapuches le dan al firmamento, es para este pueblo milenario la tierra de arriba, el lugar en donde viven los antepasados, los que nos protegen desde allá, el lugar a dónde llegan los que no trasgreden el orden natural de las cosas convirtiéndose en halcones o cóndores del sol. La gente chiquitita de la que hablaba la mamá.

Las similitudes entre el cerebro – la memoria, los sueños, los recuerdos -, y las constelaciones, y su imposibilidad de llegar a conocerlos del todo, su infinitud, construyen las reflexiones que nos trae Nona en este ensayo autoficcional. Reflexiones sobre el origen del universo, pero también del ser humano, reflexiones sobre cómo las estrellas están hechas de polvo estelar de las estrellas precedentes muertas… ¿hubo algún día un no-universo?

¿Hubo algún punto de partida para el universo? ¿existió y existe para cada ser humano ese punto de partida? Los especialistas hablan de la amnesia infantil pues nadie recuerda el instante en que llegó al mundo… es una cuestión más bien biológica hasta los 3 años porque el cerebro no se ha desarrollado para almacenar a largo plazo. Los recuerdos de nuestros antepasados son los que nos dan el punto de partida. Lo máximo que tenemos, y aun así no todos tienen ese privilegio, es el recuerdo de nuestro nacimiento contado por nuestra madre, o padre.

¿La memoria de la evolución del mundo es parte de nuestra herencia genética y de nuestra memoria colectiva? Para Nona, todos tenemos una biblioteca que llevamos con nosotros con historias que vienen del pasado. Somos contenedores de recuerdos genéticos.

Nona nos introduce en cada reflexión algo o, mejor dicho, mucho de mitología griega, en un esfuerzo por descifrar cómo los humanos hemos tratado de entender y simbolizar con nuestro cerebro, el firmamento y el mundo en el que nacemos. Y cómo, a través de la astrología -aun cuando los astrónomos opinen lo contario-, hemos reconocido que no somos inmunes a lo que pasa en el mapa estelar, esas energías nos influyen…de allí que creamos – muchos – en el zodíaco, este trazado astral babilónico en donde las constelaciones – inicialmente 18, finalmente 12 – fueron relacionadas con animales para tratar de simbolizar la influencia astral en nuestra psique.

Nona ha sido catalogada por la Feria del Libro de Guadalajara (FIL 2011), en México, como uno (a) de los 25 narradores (as) latinoamericanos (as) “tesoro” de América latina, una de esas autoras que “garantizan el relevo de los grandes escritores latinoamericanos del siglo XX y de los que ya siguen sus pasos en el XXI, reflejan la diversidad y el multiculturalismo (…) comprometidos básicamente con la literatura y la exploración de nuevas formas de contar. Abordan la condición humana y su entorno a través de mundos íntimos protagonizados por gente común y corriente. (…) un grupo de escritores conectado con los derroteros de la literatura internacional contemporánea.”

Termino con una frase de Nona, que explica el título del libro:

“Supongo que de ella (de su madre) heredé esta vocación de sonda espacial, de dron metiche que simplemente observa y toma nota. Soy una especie de Voyager. Con menos tecnología encima, desarmada de instrumentos, cámaras y sensores, con una inteligencia a escala humana, algo deteriorada a estas alturas, y acompañada solo de mis escasas herramientas de trabajo que son mi gastado hipotálamo y mis dedos chuecos sobre el teclado del computador”.

Lean el libro, y lean a Nona, en éste u otros libros. Vale la pena descubrirla.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.