Un delicado y profundo libro, que no podríamos calificar ni de poemario ni de novela, sino de un experimento en prosa, filosófico-literario, que me ha dejado con el corazón en la mano.

Un texto precioso y único en una edición impecable, de esas de hojas gruesas con aroma de papel, de Poklonka Editores (2020). Se trata del libro ‘Inquietud’, del joven escritor noruego Kenneth Moe, (Noruega, 1987), ganador del premio Debut Tarjei Versaas 2015, cuyo jurado ha dicho:

“El ganador del premio del año impresiona con una prosa filosófica y reconocible. A través de fragmentos concisos y persistentes, el autor investiga la soledad, la autocompasión y la depresión, el deseo y el amor de un joven. En este punto cero existencial, la literatura se convierte tanto en el rescate como en el obstáculo”.

La unión de lo banal y lo solemne, lo visual y lo bien leído convierte a ‘Inquietud’ en una obra peculiar y contradictoria, que, a pesar de sus apenas cien páginas, se percibe como extraordinariamente polémica.”

Así que imagínense la belleza de libro en el que nos vamos a sumergir: Un joven escribe una carta a una mujer que lo rechazó: “Me preguntas si escribo sobre ti y la respuesta es “si” y el resto de esta carta vacilante será demasiado extenso” (…) ¿Ofendida? Te prometo que voy a darte el tratamiento literario que te mereces”.

Hacia la mitad de libro descubrimos que, al parecer, la literatura fue la culpable, pero a la vez es redentora de su situación. “Y si la literatura fuera al mismo tiempo el síntoma y la medicina? (…) “Cuando la literatura se cruza en el camino de la vida y la vida en el de la literatura, hay que juntarlas de formas nuevas”.

La intensidad de las frases de cada página – que es una especie de poema en prosa epistolar, nos hace vivir de su mano, no solo la soledad, el amor por la palabra y las letras, sino esos estados profundos de depresión posteriores a cualquier ruptura amorosa no deseada: “algunos días, la distancia más larga del universo es el metro que separa la cama de los pantalones, que parecen un montículo en el suelo, y hoy es uno de esos días. Me quedo en la cama mientras sale el sol y sigo allí cuando se oculta de nuevo. Por fin me siento en la butaca”. ¿Puede concebirse algo más gráfico en palabras para la expresión del dolor?

Solitario, en su estrecha habitación y en su banca, motivado por la duda, trata de descubrir su sentido vital y de encontrar una comprensión de esa soledad. Se dice “¿Cuánto vale una persona por sí misma, más allá del contexto en el que se crea el valor y en el que este tiene sentido? Nada. Las personas solitarias no saben nada y nada valen…. Y concluye, en la carta inicial: “las personas solitarias también saben un par de cosas de la vida”.

El narrador epistolar respira esa esperanza de que con la literatura seremos mejores personas. El, como escritor, no toma la literatura como complemento o residuo sino como esencia: “He de precisar, antes de que se me olvide, que no escribo para remover la mierda, sino para poner algo en orden. Algo… Encontrar una especie de verdad práctica. En realidad sólo llevo un libro dentro. Se titula: Cómo aprendí a amar, y espero poder escribirlo una y otra vez, con pequeñas variaciones, hasta el día de mi muerte”.

Y claro, declara su propósito de forma explícita: “Propósito: leer solo aquella literatura que cure la necesidad de literatura, propósito que muchos de nosotros, lectores compulsivos, compartimos íntimamente como en una comunidad secreta.

A través de lo cotidiano, de recuerdos del pasado, hasta de descripciones exactas de fotografías y de ‘flashbacks’ que parecen salidos de alguna película vieja, el narrador nos lleva de la mano por ese desgarramiento producido por la honda tristeza que encuentra causa y refugio en la literatura.

‘Inquietud’ es un experimento corto –110 páginas, en el que el lector no puede dejar de poner título a cada carta intitulada que relata algún episodio cotidiano; esa ausencia de títulos y fechas es parte de su magia, un experimento lleno de aforismos en los que el alma humana se desnuda sin problema, para el lector y las letras. “¿No debería esa ser, tal vez, la función de la literatura? No tanto hacer del dolor algo más bello, sino describirlo hasta sus últimas consecuencias y después llevar la amargura al torrente sanguíneo, como una vacuna de estoicismo.”, nos dice Moe.

Tal vez el título provenga de una de las ultimas frases de uno de los textos: “Me siento inquieto en esta habitación. Todo está inmóvil y yo quiero que todo cambie”. Kenneth Moe, el autor, actualmente vive en Oslo, y estudió Escritura Creativa en Bø, Bergen y Lillehammer, Noruega. Al español se han traducido dos de sus obras: “Inquietud” y “Lo evidente”, ambas con Poklonka Editores. La traducción al español, esa que conserva la poética, fue efectuada por Ana Flecha Marco, una española, licenciada en Traducción e Interpretación por la Universidad de Salamanca y Máster en Edición por la Universidad Autónoma de Barcelona, que se ha encargado de que llegue a nuestras manos una obra que, sin lugar a duda, es de lo más bello que ha llegado al país, y que volveré a leer cada vez que necesite un impulso en el camino.

Tal vez sea cierto eso de que “Escribir es creer, amar es creer … El valor de la literatura y el amor no puede cuantificarse ni probarse, sino que existe como una premisa inmutable para todo lo demás…”. Gracias Moe.

El libro se consigue en la página web de Poklonka Editores, un proyecto editorial que busca traernos literatura contemporánea rusa y noruega a nuestras limitadas tierras colombianas, y cuyas traducciones cuentan con el soporte financiero de la NORLA, Norwegian Literature Abroad, una de las entidades gubernamentales nórdicas que se ha encargado de difundir a otros idiomas la riqueza literaria de sus gentes. Celebremos pues estos proyectos editoriales que nos permiten abrir la mente hacia otras culturas, que tal vez puedan enseñarnos cómo vivir y sentir mejor

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