En esta ocasión hay un alud de aspirantes a la presidencia. El problema es que la calidad no se ve por ningún lado.

Este latifundio feudal, necesita un liderazgo moral y ético, pero de esto es precisamente lo que carecen los candidatos presidenciales, y ni qué decir de los parlamentarios.

La concepción de país todavía no se vislumbra, y eso que supuestamente somos república después de la independencia que los criollos lograron para sí, de España.

La democracia, es un concepto ajeno a los colombianos, pues siempre “encargamos” a las personas menos calificadas el destino cortoplacista de este conglomerado de irresponsables democráticos.

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Me pregunto si somos país. Al paisa le importa un comino Nariño, al bogotano le importa un pito la costa, y para el costeño todo lo demás es arrogancia cachaca. El Chocó es indiferente para todos los demás, solo digno de mención cuando hay violencia o desastre natural, lo que es frecuente.

El regionalismo es muy marcado, pero no en el buen sentido cultural y de desarrollo integral, sino en cómo se reparte la corrupción.

Por lo tanto, temo que 2018 sea la victoria total del desdén populista. ¿Qué le ofrecen a Colombia Piedad “farc-chavista” Córdoba, Gustavo “hecatombe” Petro, Germán “cameleón” Vargas Lleras, Claudia “Dra No” López, Jorge “el Dr No” Robledo, Roy “lagartus máximus” Barreras, Alejandro “inquisidor” Ordoñez, Clara “voltiarepis” López, Iván “uribito II” Duque, Sergio “el paisa” Fajardo, Juan Manuel “el delfín” Galán, Humberto de La Calle, Juan Fernando “embaucador” Cristo, Juan Carlos Pinzón, Martha Lucía Ramírez, y Mauricio “agiotista” Cárdenas? Sí, ya sé que por ahí se me quedó uno/a por fuera, pero qué más da.

¿Cómo puede alguien en su sano juicio o en su miseria, elegir a alguno de ellos? Ninguno ha presentado un proyecto concreto con el cómo, cuánto, cuándo, con quién y por qué. Estamos hablando de personas que por su ancestro e historia han hecho fracasar la democracia y la república.

Ambicionan el poder para mantener al apático y fragmentado conglomerado de individuos llamados “colombianos” al servicio del Estado, cuando debería ser al revés.

Ninguno ha demostrado capacidad de visión de país próspero en el largo plazo, sólo la visión de su ambición personal por la cual el país debe sacrificarse. Colombia no pude seguir viviendo del corto plazo, del trabajo informal, del atraco y del robo legalizado. No puede continuar sin un plan estratégico que por fin le de la oportunidad de salir de la miseria mental, social y económica.

Los colombianos, si fuéramos país, estaríamos dispuestos a votar, pero en blanco. Efectivamente, el castigo social y político sería la repetición de elecciones sin que se pudieran volver a presentar estos mismos personajes. Pero como sucede en esta república bananera, una mayoría no quiere informarse ni ser informada, prefiriendo abstenerse con el trillado argumento “¿para qué voto si se lo dan al otro?”, mientras que la otra gran mayoría está es pensando en el precio que le dará a su voto que, por muy bajo que sea, será uno muy alto por la pérdida de la libertad democrática, que implica responsabilidad ciudadana, una que no queremos asumir desde el fallido “grito de independencia”.

Finalmente, la gran minoría que vota “concientemente”, lo hará como en el pasado. Solo se preguntará: “¿Cuál será el menos malo?”

Pero, aún votando en blanco, el gran misterio sigue sin poder ser resuelto ¿Hay algún colombiano o colombiana con cualidades humanas y de liderazgo que rompa la politiquería y el sistema poluto en que vivimos? ¿Y si existe, cómo sobrevivirá y hará posible que los colombianos finalmente seamos por primera vez ciudadanos responsables y democráticos?

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