No resulta tan Viva Colombia. Hablo de la aerolínea de bajo costo que funciona en nuestro país. Esto lo digo teniendo en cuenta que viajar por avión es uno de los máximos placeres del ser humano. Así el hombre ha buscado dominar la tierra y el espacio desde que tiene memoria.

El sueño de Ícaro con sus alas quemadas por el sol, el globo aeroestático, los concursos de las naves que caían estrepitosamente y, finalmente, los principios de suspensión que permitieron a los hermanos Wright  llevar a la realidad ese deseo del hombre volador.

Ahora volar es una actividad cotidiana que, sin embargo, contiene un alto nivel de emoción, que hace subir la adrenalina. Pero por otro lado encierra cierto nivel de lujo, de importancia. Es más, en nuestro país subirse en un avión sigue siendo señal de estatus.

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Y desde ese punto, la oportunidad que brindan las aerolíneas de bajo costo a nuestra población es inmensa. Aerolíneas como Viva Colombia se puede decir que democratizan esta actividad, que “aterrizan” los precios y permiten que más colombianos tengan en cuenta el volar como una alternativa de transporte y de disfrute.

Sin embargo, como decían las abuelas: lo barato sale caro; y eso fue lo que nos sucedió con esta empresa. Para empezar el tema de las maletas, es una de las principales e iniciales situaciones que desmotivan el viajar por esta aerolínea. Con una lista detallada de requisitos, la empresa comienza a generar no solo inconvenientes, sino complicaciones para los pasajeros que no tengan perfil de mochileros.

Un pequeño morral o, como dicen en otras latitudes, una mochila, es la maleta máxima para quienes vuelen en Viva Colombia, además el chequeo debe hacerse a través de los computadores caseros, ya que es la única forma de tener derecho a escoger sillas y a no tener que pagar en el aeropuerto El Dorado, cinco mil pesos; en un café internet, que curiosamente está al frente del mostrador de la aerolínea.

Y si por equivocación usted lleva una maleta de tamaño mediano, tendrá que pagar cerca de 60.000 pesos para enviarla a la bodega del avión o algo más para poderla cargar consigo dentro de la aeronave.

Finalmente al ingresar al avión, si aún quedaban dudas de que usted viaja en una aerolínea de bajo presupuesto, trate de estirar las piernas. Difícil situación, por lo cercanas que están las sillas.

Ya en el vuelo, hasta para tomar una gaseosa, un café o unas papas de paquete, Viva Colombia, le costará aún más de lo que resulta en un sala de cine.

El tema del bajo presupuesto termina generando la impresión de que viajar por avión es una opción para todos los colombianos, pero que en muchos casos implica más esfuerzo y trabajo detallado para un viajero que en buena medida está buscando descanso y relajamiento, que quiere vivir a Colombia y no sufrir de toda clase de inconvenientes buscando ahorrar un dinero que al final no será así.

Ahora he leído que, a la manera de un chiste flojo, los dueños de Viva Colombia están planteando la posibilidad de que los pasajeros de su aerolínea viajen de pie. Probablemente amarrados de pies y manos para no salir disparados, o con gravedad cero para no tropezar con las mochilas y auxiliares de vuelo.

Viva Colombia es una forma de aprovechar cada rincón de nuestro país, supuestamente de manera económica, pero con una serie de inconvenientes que al final hacen que la experiencia sea más cara y en muchos casos estresante.

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