Hoy vengo a reseñar la última novela de Isabel Allende (Chile, 1942), esa maravillosa escritora chilena que esta a punto de cumplir 80 años y sigue intacta de cuerpo y mente. Asombrosa, lúcida, directa. Con su obra traducida a mas de 40 idiomas, con mas de 60 premios literarios, ha sido la única mujer en recibir en 2018 la medalla de honor National Book Award. Y es estudiada en la mayoría de los programas académicos de pregrado y posgrado de literatura – en su capítulo de Hispanoamérica, como un ícono, inicialmente del realismo mágico, pero posteriormente de un estilo propio en donde la “latinoamericanidad” ha logrado encontrar un lugar particular y único.

Si alguien me preguntara un único libro que debe leer para conocer Latinoamérica, sin lugar a duda le diría que “Violeta” (Plaza & Janés, 2022), de Isabel Allende. Es un “todo en uno”.

Se trata de la historia de Violeta, a lo largo de un siglo completo, una niña de clase acomodada nacida en un país innominado – pero que es una mezcla de ese Chile del alma y de un México colindante a Estados Unidos, que, a raíz de la quiebra y desaparición de su padre, sufre la separación de sus hermanos y debe mudarse con su madre, tías y Miss Taylor, una institutriz, a un bucólico y alejado lugar – “El Destierro”- y comenzar una vida nueva.

Esa nueva vida le traerá las mayores alegrías de su vida. Allí comenzará su periplo familiar, emocional y amoroso, y de esta tierra nueva y sus gentes jamás se separará del todo – nosotros tampoco lo haremos. Los Rivas, Facunda, Torito, Etelvina, se convertirán en personajes entrañables con los que mantendrá contacto mientras vivan. De la mano de su hermano José Antonio dará inicio a un exitoso negocio inmobiliario al tiempo que encontrará a su primer esposo, a quien dejará por alguien que trae la emoción, pero sobre todo, el caos a su vida.

Ese caos, representado en Julián, una especie de gánster, mafioso, mandadero de criminales y gobiernos asesinos, mujeriego, – nunca lograremos saber quien es ese espíritu errante – le traerá a su vida una tormentosa y tóxica relación, pero también le traerá a su vida dos hijos, de cuyas vidas seremos testigos excepcionales. Y también un nieto, Camilo, a quien la protagonista dirige su relato, como una extensa carta-legado, en donde a manera de crónica novelada y biografía intima, y con los enrevesados surcos que tiene la memoria, evoca cada época de su vida tratando de explicar – nunca justificar – cada actuación en el contexto determinado de una época precisa, a la que creemos asistir.

Su tercera pareja, Roy, que nace de ese caos, termina siendo un pilar de seguridad, indispensable en su vida. Y su último esposo, es ese remanso de paz soñado, un cómplice de vida que nos plantea un acercamiento a la vida actual de la escritora… con la creación de una fundación feminista incluida, similar a la de Allende hoy por hoy.

Pero la historia no es una historia de amores y desamores, no. Es la historia de un siglo a través de una mujer hecha fuerza, una mujer valiente que, con más errores de los que cualquiera quisiera reconocer en la vida, se hace a pulso, siempre plena de amor, inserta en cada entorno en el que le toca vivir y en cada época que debe traspasar.

Y es el relato de ese entorno el que nos hace pasear por fangosas circunstancias propias de Latinoamérica, circunstancias que, de seguro, se han dado simultáneamente en otros países y que nos hacen ser de determinada forma, que moldean nuestra personalidad y nuestra actitud ante la vida. Porque todo al tiempo nos ha rozado y lo hemos tenido a la mano: pandemias – comenzando con la gripe española y terminando con el coronavirus que coinciden con el nacimiento y eventual muerte de la protagonista, ruralidad y urbanismo, campesinos y hacendados, riqueza y pobreza, indios, mestizos y aristocracia, dictaduras de derecha, gobiernos de izquierda, perseguidos políticos y desaparecidos, narcotráfico, amores posibles e imposibles, desigualdad social, feminismo naciente, violencia doméstica, atardeceres imperecederos, paisajes bucólicos, bondad y maldad. Todo al tiempo, así es el libro de Isabel Allende.

Amamos y odiamos, no solo a la protagonista sino a muchos de los personajes de la novela… porque nada es blanco y negro, todo son dicotomías en esta tierra mítica. Y esa es la esencia de nuestra “latinoamericanidad”.

P.D. Apoyo total a #Flecho 2022, la Feria del Libro del Chocó, que comenzó este miércoles 16, un magnífico evento cuya directora, la escritora Velia Vidal (@veliamares), es una de las grandes revelaciones de la literatura colombiana y una gestora cultural impecable. No se la pierdan.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.