Porque nos invita a que ninguno de esos dos especies de ‘cocos’ lleguen al poder.

Mientras Iván Duque representa un ogro vestido de oveja, por su cercanía con el expresidente y senador Álvaro Uribe; Gustavo Petro busca cada día parecerse más a una mansa oveja, para atraer a los seguidores de un candidato, que como Sergio Fajardo, luego de quedar fuera de competencia, dejó alarmados y extrañados a los colombianos que consideraban que en nuestro país era viable una opción de centro.

Pero lamentablemente o no, así Fajardo muestre su decisión como un acto de gallardía, su invitación de irse por la opción del voto en blanco, se parece mucho a la abstención, más que a su carácter de oposición, de voz contraria a lo que ofrece la política y su forma tradicional de expresión.

Sin embargo, habría que ser demasiado iluso o tal vez “optimista” para pensar que el voto en blanco ganara las elecciones y que esto obligara a repetir las elecciones, buscando nuevos candidatos. Lo que significaría todo un proceso de repetición, gastos y desgaste para nuestra democracia.

Entonces el llamado a votar en blanco se puede ver como la respuesta a dejar que otros decidan por nosotros. Y se puede interpretar como “la cacareada tibieza” de Fajardo de dejar en otros la decisión de escoger al próximo mandatario de nuestra nación.

Con esta decisión se pierde la oportunidad de que el país tenga una tercera fuerza, que en muchos países del mundo, sirve para inclinar la balanza y permite que se den revoluciones y cambios sociales, donde la participación de los electores resulta decisiva.

Reconozco que no Iván, sino su alter ego Uribe se parece mucho a ese terrible ‘coco’ con el que nos asustaban de niños. Y por el otro lado el señor Gustavo Petro, a pesar de que en los últimos días ha tratado de suavizar su discurso, asusta hasta al más valiente de los empresarios colombianos, siendo otro ‘coco’. Sin embargo el voto en blanco no resuelve la encrucijada por la que estamos pasando.

Hay que armarse de valor y entender que, como en las grandes crisis, se deben tomar decisiones valerosas. Fajardo nos dejó huérfanos, pero debemos buscar un “padre adoptivo”. No podemos esperar que la decisión la tomen otros.

Estamos atravesando por una situación maniqueísta: sólo hay dos opciones, la buena y la mala. Para unos será Duque para otros Petro, pero el voto tendrá que tener uno de los dos colores, definitivamente no podrá ser blanco.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.