Temas para pelear en redes, para pelear en los grupos de WhatsApp, para pelear hasta en las reuniones familiares. Pero pelear por el devenir de la carrera deportiva de James Rodríguez es casi algo adictivo. Que jugador para levantar pasiones (y clics).

Quizá es porque James es una figura de talla mundial. Un futbolista de verdad de élite. No lo digo como opinión, es dato. Un jugador que fue figura del Real Madrid, goleador de un Mundial y con más de 10 títulos en la espalda, es un jugador de élite. Pero como acá no nos avoca el querido fútbol, sino la tecnología y la transformación digital, hablemos del James ‘tuiechero’.

James Rodríguez, muy bien asesorado, entendió algo que los hinchas apasionados todavía no dimensionan. Las grandes figuras deben aprovechar al máximo sus 15 minutos de fama a nivel digital. ¿Y cómo se hace eso? Pues haciendo lo que hizo el Sergio ‘kun’ Agüero, estando en las plataformas donde están consumiendo contenidos los usuarios. Eso, para mí, es un gran ejemplo de transformación digital.

Los jugadores de fútbol se convirtieron, hace rato, en poderosos influenciadores. Y no son pocos los que tienen los recursos (carisma, expresión, inteligencia) para adentrarse en plataformas como Instagram o Twitch con el fin de tener una entrada de facturación adicional al fútbol.

La conexión entre el jugador y los hinchas trascendió a lo que pasa en la cancha. De hecho, casi que lo que hagan en la cancha pasó a un segundo plano. Ahora, los usuarios no les interesa tanto lo que pasa en el partido del domingo. Están más interesados en el show posterior, en la declaración estridente, en la conversación con Ibai, o simplemente en verlos jugar algún videojuego que está de moda.

A los nuevos usuarios, a los nuevos consumidores del fútbol, les interesa el personaje más que el jugador. Y eso lo están explotando cada vez mejor los grandes jugadores. El futbolista, bueno los futbolistas con visión de negocio, han dimensionado el poder de las plataformas digitales y se están haciendo una fiesta de millones haciendo publicidades o promoviendo aplicaciones de video.

Pero claro, ahí estamos esos viejos hinchas del ‘fulbó’. Confundidos e histéricos, como siempre. Estamos -porque soy el primero en incluirme- esos hinchas que concebimos a los jugadores como deportistas que viven y mueren por el fútbol. Que esperamos concentración 24/7. Que esperamos que el jugador entre semana desayune, entrene, almuerce, vuelva y entrene y se vaya a dormir. Y que los domingos juegue y entregue una declaración de casete agradeciendo a Dios por ganar o perder.

Los consumidores tradicionales del fútbol somos unos nostálgicos. Recalcitrantes, sí. Pero de fondo, nostálgicos. Queremos que el deporte no cambie. Que los deportistas sean los mismos que en los ochentas y noventas: jugadores abnegados, que sólo respiren y fútbol y nada más. Pero todo cambió. Hasta los jugadores se transformaron digitalmente.

Recientemente, vimos a James volar de la piedra cuando un usuario por Twich le dijo que piensan miles. Que “por qué en vez de estar molestando ‘haciendo videítos y chateando’, mejor se dedicaba a entrenar”. Termos que son. James le respondió que, entrena dos horas al día y que el resto del día puede hacer lo que se le cante.

La realidad es que los jugadores de élite son una industria en sí misma, por la plata que producen. Y como toda industria está pasando por un proceso de transformación digital. Uno muy apasionante. Los viejos hinchas del ‘fulbó’ 24/7 podemos pararnos en las pestañas, pero el fútbol ya cambió. Los jugadores ya cambiaron. Y lo mejor es aceptarlo o apagar el televisor.

Ah, una cosa final: los medios también llevan parte en este tema. Los jugadores ahora son su propio medio. Ya no necesitan una entrevista exclusiva para cambiar la agenda informativa. Basta con que hagan un Live en Instagram. Acá en esta humilde tribuna recomendamos que también despabilen.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.