Jamás nadie ha dicho hasta ahora que David Bowie era un artista fácil de entrever, adivinar, anticipar. Su trabajo musical fue tan rico e intenso, que quizá por ello su imagen permanezca grabada en la mente de muchos hombres como un hechizo que no se quiere ir.

Para describir la extraña fascinación que emana aún de este cantante, compositor, saxofonista, pintor, actor de cine y de teatro, mimo, inspirador de moda, publicista, coleccionista de arte, hombre de negocios o simplemente padre pero padre ejemplar, hay que recurrir a un lenguaje exagerado.

Antes que cambiante y múltiple Davis Bowie era extremadamente brillante. Un ser temporal con quien el tiempo no podía jugar sus consabidas pasadas de desgaste, monotonía, insipidez, por ello jamás se proyectó como un hombre viejo.

Además de cambiante, original, imaginativo y transgresivo, David Bowie era extremadamente bello. ¿Acaso la belleza puede ser extrema? En el caso de Bowie sí porque era insoportable.

Aunque de su naturaleza en carne y hueso nos hablen solamente miles de fotos e imágenes que sabia y concienzudamente él mismo nos dejó, digamos entonces que David Bowie era un artista extremadamente fotogénico: miles de rostros en el rostro de un solo hombre.

David Bowie era un cantante que cantaba como un ángel, que escribía música como un genio clásico, que vestía con la elegancia de un príncipe y que se comportaba además como príncipe, pero que para para dejarle al mundo el legado musical e icónico que le dejó, fue tan disciplinado como el soldado que va al combate, tan entregado a la labor como el obrero a su obra, tan concentrado como el astronauta que se proyecta hacia el espacio infinito dotado de una antena supersónica que le indica hacia dónde se dirigía el tiempo, el sonido y el ritmo.

¿Cómo negar la extraña fascinación que suscita este hombre con talentos tan difíciles de reunir en el común de los mortales?

Para hablar de Bowie hay que utilizar varios puntos de interrogación pero antes, es necesario aclarar algo de suma importancia: David Bowie no era, “David Bowie IS”, como lo dice la exposición que le dedica la ciudad de Barcelona durante todo este verano.

La muestra se inauguró en el 2013 en Londres, su ciudad natal, es decir cuando Bowie era aún de este mundo. Luego viajó a Toronto, Sao Paulo, Berlín, Chicago, París, Melbourne. Estaba la ciudad de Groningen (Holanda) cuando se anunció su fallecimiento “ese fatídico 10 de enero de 2016”. Siguió a título póstumo a Boloña, luego a Tokio y ahora llega a Barcelona.

Como esos seres que desaparecen físicamente pero de los cuales no se cesa de hablar, Bowie divaga por el mundo como si su cuerpo abandonado por la vida fuera otra de sus famosas tramas transformistas para hacernos creer que sigue aún por ahí aunque él ya no tenga nada que ver con la materia.

En Barcelona se puede disfrutar de un paseo por Las Ramblas, admirar la obra de otro genio que se llama Antoni Gaudí. Con la gente se puede hablar de asuntos españoles y catalanes, y en esta ciudad que parece caminar por dos frentes (los habitantes de la ciudad y los miles de turistas que los barceloneses comienzan a considerar como invasores), una rara unificación se opera al pie de las fotos de David Bowie instaladas a lo largo de calles y avenidas… David Bowie que entre otras cosas era profundamente inglés, alemán, japonés, afroamericano o americano blanco.

MH Escalante

Imposible decir que David Bowie era un hombre sin color porque colores era lo que le sobraban. Hubo un tiempo en que su pelo de un rojo encendido terminaba en forma de picacho sobre la cima de un flaco adornado de collares y zapatos rojos de plataforma. Hubo otro de Bowie color turquesa, anaranjado, amarillo, fucsia, marrón, aguamarina, azul intenso y negro, o mezclados todos…

De tal suerte que en esta exposición sin Bowie en carne y hueso, es decir de Bowie el inmaterial, el astronauta ahora sí por fuera de órbita, nos queda su rostro con el rayo rojo que le dibujó el maquillador Pierre Laroche para el álbum “Aladdin Sane” (1973).

MH Escalante

Qué es David Bowie: Los 300 objetos que se exhiben en el Museu del Disseny de Barcelona no pretenden resolver ese interrogante. Los curadores de la exposición hablan de un montaje que resultó muy complejo pues “David Bowie es una pregunta sin respuesta”. De ahí que no se trate de descubrirlo a través de un armazón museográfico sino a de una experiencia audiovisual.

Al tiempo que se escuchan las notas de “Space Oddity” (1969), el sencillo que por fin propulsó al “Mayor Tom” al estrellato, se aprecian los dibujos del adolescente David Robert Jones que buscaba el camino de la música en el coro de su colegio pero que también quería “representar lo que veía”, realizando dibujos, como ese perfecto y elaborado perfil de su madre que se expone en Barcelona.

En esta sección lo más interesante es el manuscrito de “Ziggy Stardust” (1972): Ziggy tocaba la guitarra / Improvisaba bien con Wierd y Gary/ Y las arañas de Marte/ Tocaba con la zurda/ Ziggy sabía cantar…Como un gato de Japón.

“Ziggy Stardust”, el personaje estrafalario y andrógino de Bowie, aparece evocado aquí en algunos trajes. Ziggy era un cantante tierno y a la vez prepotente, que “hacía el amor con su propio ego” y que en 1972 apareció de ninguna parte para armar un show de extraterrestre.

Su gestual de mimo aprendida de buen maestro y su voz maravillosa lo convirtieron en el alter ego de Bowie hasta el día en que el artista acabó con él a pesar de que sus fanáticos le pedían a gritos que lo perpetuara.

MH Escalante

Por fortuna, de ese último día de vida o mejor, de ese último concierto de “Ziggy Polvo Estelar” que si bien murió fue copiado hasta la saciedad por los londinenses, nos queda el magnífico documental “Ziggy Stardust and the Spiders from Mars” (1973) del realizador americano Donn Alan Pennebaker.

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Además de partituras, carátulas de los más de 25 álbumes de estudio que sacó en seis décadas de música, fotografías, croquis para diseños de escenarios, se pueden admirar otros atuendos que le dieron a Bowie la reputación de hombre excéntrico y elegante.

Por ejemplo, la chaqueta con la bandera del Reino Unido que le diseñó Alexander McQueen para la portada del álbum Earthling (1997), al lado del traje sastre color turquesa que portó para el video musical “Life of mars” (1972).

En pantallas diseminadas por la toda la exposición se proyectan además las imágenes del personaje en su faceta de actor de cine, en mago, extraterrestre, romano, artista caníbal, hombre galante, o en “Hombre elefante”… en un teatro de Broadway. También se lo ve en entrevistas, conciertos, todo ello recuerda la carrera de Bowie como fuente de inspiración de decenas de artistas en la década de los 80, entre ellos Michael Jackson, Prince, Madonna…

La obra de Bowie se proyecta hacia el pasado, el presente y el futuro de la música pop.

MH Escalante

Para iniciarse en esta obra rica, multifacética y extensa, hay que tratar de seguir los tiempos de creación de Bowie, desde los años 60, década ésta en la que el joven artista trabaja sin medida para hacerse a un nombre en el mundo de la música sin obtener ninguna recompensa.

Su consagración vendrá en 1972 en la piel de “Ziggy Stardust” a pesar de que para ese momento ya había sacado su sencillo “Space Oddity” (1969), pero que en términos musicales solo le sirvió a la BBC para ambientar la noticia de la llegada del hombre a la luna y no para darle a Bowie la fama que tanto ansiaba.

Bowie el andrógino, a veces hombre, otras mujer, mitad humano, mitad perro, el esqueleto con tirantes y pelo de colores chillones como el rojizo de Ziggy o el anaranjado encendido del flaquísimo personaje de “Young americans” (1975) y de Let’s dance” (1983) su éxito comercial por fin a escala planetaria! revelan un artista insolente, avasallador y contestatario, al tiempo que un hombre disciplinado y concentrado como lo recuerdan los más lo conocieron, los músicos y productores Tony Visconti y Carlos Alomar por ejemplo. Así como su fama crecía, su exigencia de trabajo también.

David Robert Jones nació en un hogar de la clase media del Londres de la posguerra, y su infancia no transcurrió necesariamente entre libros pero su sensibilidad por el canto le mereció integrar el coro de su colegio y aunque no fue el estudiante más brillante del plantel, su apetito de conocimiento se volvió voraz a medida que iba creciendo. Desde adolescente demostró tener una predisposición innata para el teatro y la imitación.

El 16 de septiembre de 1965 David Jones adopta el nombre artístico de David Bowie en alusión al nombre del cuchillo de doble filo que utilizaba Jim Bowie, un mercenario y aventurero americano en el siglo XIX.

David Bowie

Y mientras que los Beatles imponían el famoso corte “bob en los 60”, David Bowie optó por el pelo largo. Y cuando los músicos de la época y sus fanáticos se precipitaban por los vestidos caóticos y desgreñados de la moda hippie, Bowie se cortó el pelo y optó por el glamour inglés portando vestidos de alta costura que completaba con un maquillaje osado y muy personal. Se habla de un artista completamente al opuesto de la representación del macho de rock puro y duro. Su trabajo consistió en intelectualizar y teatralizar el rock.

En “David Bowie Is” se puede ver la maqueta original de la caratula de “Diamond Dogs” en donde Bowie aparece en esfinge “mitad-hombre, mitad-perro”, una pintura del artista belga Guy Peellaert que concibió en el mismo año de 1974 la carátula del álbum “It’s Only Rock’n Roll”,  de los Rolling Stones.

En ese original se perciben los órganos genitales del perro que para la comercialización del álbum fueron vetados por la disquera RCA por temor a ofender las costumbres americanas.

De Bowie de ese tiempo las biografías hablan de un esqueleto con tirantes e impecables vestidos que se alimentaba solamente de leche y consumía cantidades importantes de cocaína para poder mantenerse en pie durante la extenuante preparación y grabación de ese álbum.

De hecho la flacura de Bowie causó inconvenientes de logística a los organizadores de la exposición según lo explica ahora la curadora Victoria Broakes del Victoria and Albert Museum de Londres, que junto con el MoMa de Nueva York están al origen de ésta. No se lograban encontrar los maniquíes que correspondieran a las medidas de Bowie pues “todos sobrepasaban la medida real de la cintura pequeña de David”.

Pilar Vélez

Otros objetos recuerdan su paso por la ciudad de Berlín Este en los años 70 luego de su frenética vida en América. En ese tiempo Bowie daba otro giro. Decidió “pasar a otra cosa” después de años de vicio y de miedo a caer en la esquizofrenia como algunos miembros de su familia. Para redescubrirse o reinventarse Bowie escogió la complejidad de un país comunista como la Alemania de entonces, dividida y encerrada en ella misma y por lo tanto más protegida de la sociedad consumista.

En ese periodo Bowie escribió y compuso “como un loco” observando el Muro de Berlín desde la ventada de su apartamento. Desde ahí dirá él alguna vez, escribió el texto para su canción “Héroes” (1977). En Berlín Este se consolida lo que los puristas de su música denominan como lo mejor de su trabajo musical, la llamada Trilogía Berlinesa que reúne “Low” “Héroes” y Lodger (1977-1979).

Manuscritos de la época, fotos, pinturas realizadas por Bowie, llaves de su domicilio berlinés, tiquetes de trasporte urbano y otros objetos fetiches recuerdan la vida en esa ciudad acompañado de su amigo y fuente de inspiración Iggy Pop, alias “La Iguana”.

A finales de los años 70 el cantante de todos los colores pasó a personificar el “Thin White Duck”, vestido con trajes blanco y negro. Para completar su look lleva peinados elaborados por el mejor peluquero para hombre. Para parecerse ahora a una figura romántica o tenebrosa salida de una película del alemán Friedrich Wilhem Murnau, por ejemplo…

El periodo de creación más complejo para Bowie fue los años 80 que imponía a los grandes artistas encontrar un equilibrio entre la calidad y la cantidad. Con Let’s dance (1983) David Bowie hará su entrada oficial en la llamada música comercial y eso lo detestarán sus seguidores más fervientes después de su Trilogía Berlinesa.

Sin embargo hoy se reconoce que el video musical de Let’s dance, con un contenido crítico hacia nuestro apetito de consumo (filmado en Australia, los aborígenes admiran unos zapatos rojos y luego los pisotean) además de captar un nuevo público, -los jóvenes de los 80 y ya no los viejos de los 60- , es otro de sus grandes clásicos.

La exposición “David Bowie Is” es un repaso por la historia de la cultura pop a través David Bowie personaje icónico que creó, escribió, cantó, compuso, cambió, inventó e innovó la música sin cese, durante casi seis décadas que abrazan los siglos XX y XXI.

David Bowie

David Bowie jamás envejeció. Aunque así se le perciba en los videos de “Blackstar” (2016), su último gesto musical antes de abandonar para siempre su cuerpo de mortal.

Después de su muerte se habla de 1,6 millones de álbumes vendidos en el mundo. Se trata de décadas de la vida de un hombre que se quebró la cabeza inventándose una música celestial al tiempo que reinventaba su propia imagen de forma compulsiva… para canalizar su talento.

Al final, David Robert Jones no fue el Thomas Jerome Newton que creímos existía por fuera de la película “El hombre que vino de las estrellas” (1976) de Nicolas Roeg. Y si alguna vez lo fue,  imaginemos que una vez hallado el preciado líquido Newton-Bowie volvió a la piel de David Robert Jones instalándose en una confortable morada en Nueva York al lado de su esposa Iman Mohamed Abdulmajid, una princesa somalí.

David Bowie pasó de  juventud a la vejez, de la vitalidad a la enfermedad, de la androginia a la identidad masculina sin complejos y en último acto, a la inmortalidad en forma de Estrella Negra.

Y lo hizo después de haberle dejado al mundo un espacio infinito de música, colores, sonidos, formas. Un mundo terrenal dicen los últimos que lo vieron, que Bowie se resistía a dejar hasta que llegó la hora del cambio absoluto y definitivo.

Sigue entonces allá David Bowie, sigue y enfréntate ahora sí al desconocido “Changes” (1971)

Oh sí
Aún no sé lo que estaba esperando
Y mi tiempo corría salvaje
Un millón de callejones sin salida
Y cada vez que pensaba que lo había conseguido
Parecía que el sabor no era tan dulce
Así que me giré para enfrentarme a mí mismo
Pero nunca he alcanzado a verme
Cómo los demás deben ver al farsante
Soy demasiado rápido para pasar esa prueba

MH Escalante

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