Es muy sencillo, solo hay que reflexionar un poco, dejando las pasiones irracionales. El fútbol, como diría Karl Marx, es “el opio del pueblo”, una adicción, y como tal, es explotada por el crimen organizado.

En mi juventud, no me perdía partido. Sabía la alineación de los equipos de la liga inglesa, de la alemana, de la italiana y española. Partido que presentaban por televisión, no me lo perdía. Como hincha de Alemania, siempre le hacía fuerza a la selección y a sus equipos en competiciones internacionales. Compraba cada edición del juego de computador.

En fin, me “apasionaba el fútbol”.

El artículo continúa abajo

Esto, hasta que pude quitarme el velo y ver que el fútbol como profesión es un andamiaje de corrupción y crimen. No es un problema de un futbolista o técnico particular, es todo el sistema.

En este sentido, el fútbol es pasión para el pueblo, pero un negocio para confederaciones, jugadores, técnicos, dueños de pases, el narcotráfico, el tráfico de personas y de armas y, naturalmente, para la FIFA.

Los fans, con su pasión, pagan entradas, camisetas y cualquier bobada que los haga “pertenecer” al equipo de sus amores. Aunque esto no es el mayor ingreso para el fútbol, es la gasolina que mueve uno de los motores de corrupción más potentes en el mundo. Gracias a los fans, la FIFA y su corrupción mundial existen.

Sería interesante que alguien me explicara lo siguiente. ¿Cómo es posible que el Real Madrid y el Barcelona paguen multimillonarios salarios a sus jugadores, y altísimos pases para comprar mercenarios fubolísticos?

Todo esto cuando España apenas está saliendo de una crisis del 2008 y el desempleo alcanza el 20% o más. No me vengan a decir que lo hacen a punta de vender camisetas de Ronaldo o Messi, o que los derechos de televisión o las entradas a los partidos.

Hay algo más siniestro detrás de esa danza de los millones, que naturalmente ocultan las confederaciones, los equipos y los medios de comunicación.

En el mundo subdesarrollado, hay jóvenes que no ven futuro sino en el fútbol para salir de su miseria.

Esto, en principio, es loable, pues la alternativa es la delincuencia. Lo triste es que el fútbol hoy es precisamente sinónimo de crimen. A través de él se lava dinero del narcotráfico, del tráfico de armas, continúa la esclavitud, tanto la pagada como la que no, se evaden impuestos. El fútbol no aporta a la sociedad y su bienestar.

Algunos dirán que es entretenimiento y que el deporte es salud, pero tristemente no hay ninguna sociedad que pueda demostrar que la Fifa, las confederaciones y los jugadores aporten al bien común y al desarrollo.

Más bien, ocurre lo contrario, al evadir impuestos y promover el crimen organizado, las sociedades sufren más perjuicio.

En Suráfrica 2010, quedó demostrado. Un país que le interesa el rugby y el cricket, fue designado para el Mundial de Fútbol. Se construyeron estadios que hoy simbolizan el poder de la FIFA y la corrupción, abandonados sin estar atados a un progreso social. Mientras tanto, el país, ya sin “apartheid” mediático, sigue con profundos problemas raciales y sociales.

El fútbol no es un deporte que haya sacado a la nación de esos problemas, más bien enriqueció a los contratistas, patrocinadores y quienes votaron irregularmente por la elección de la sede.

En Brasil 2014 ganó el mundial de la corrupción, y se consolidó la debilidad democrática. Incluso, desde 2013 en la Copa Confederaciones, hubo multitudinarias marchas en contra el excesivo gasto para organizar el Mundial, pero la FIFA y el gobierno hicieron oidos sordos y todo salió de “maravilla” ¿Qué le quedó a Brasil?

Un gobierno de Dilma Rousseff que fue retirada del cargo para ser reemplazada por Michel Temer, otro que tiene que responder por su conducta poco ética. Mientras tanto, Brasil, sigue con profundas diferencias en las oportunidades económicas y sociales. Tienen jugadores como Neymar que con trucos poco ortodoxos y transparentes se lucran de la pobreza de la gente.

¿Cuánto entró al fisco brasileño y español por la transferencia multimillonaria de ese jugador? ¿De dónde provino la plata para esa transacción? Y los fans, glorificando a Neymar.

Ahora tenemos la Copa de Confederaciones y el Mundial 2018. Rusia, sinónimo del poder omnipresente del Vladimir Putin, es el organizador de estos dos eventos. Los “fans”, con ayuda de los medios y los patrocinadores, no quieren ver el contexto entero, sólo quieren vivir “la pasión del fútbol es el gol”.

La Deutsche Welle realizó un reportaje interesante, uno que al fan del fútbol no le interesa. Haciendo seguimiento la la construcción de los estadios para el Mundial 2018, encontraron que quienes están trabajando en ellos son norcoreanos como mano de obra esclava, sin salario ni seguridad.

Cuando intentaban acercarse a las obras con cámaras, los reporteros eran recibidos por la fuerza de seguridad.

¿Esto es fútbol? ¿Es esto transparencia?

Cuando trataron de entrevistar a Gianni Infantino, presidente de la FIFA, éste se negó. Zvonimir Boban, asesor del presidente de la FIFA, también se negó a responder a los periodistas acerca de la mano de obra esclava en los estadios rusos, simplemente diciendo: “Es algo que debemos analizar entre nosotros (La FIFA)”.

Por otro lado, el alcalde de San Petersburgo, informó que las arcas de la ciudad fueron saqueadas por los contratistas amigos de Putin, y quienes recibieron los contratos de construcción de las instalaciones con enormes sobrecostos.

Por su lado, Gianni Infantino, muy contento reuniéndose con Putin. Además, no podemos olvidar la agresión de Rusia a la península de Crimea y el conflicto con los ucranianos. ¿Cómo es posible que la FIFA, que supuestamente promueve el “juego limpio”, esté dispuesta a hacer negocios y entregarle un Mundial a un régimen dictatorial? ¿Cómo podemos los ciudadanos del mundo cerrar los ojos y pretender que un partido de fútbol es inocuo?

No, no podemos seguir aceptando y financiando esta barbarie.

Soy consciente que una inmensa minoría leerá este artículo, y mucho menos que llegará al corazón de los fans. Sin embargo, quien lo lea y encuentre razón en él, la y lo insto a que compartan, no el artículo, sino la invitación a dejar de apoyar el fútbol profesional.

Que nuestros niños y jóvenes lo practiquen como afición, como hobby sin ánimo de lucro, es maravilloso, pero no podemos seguir apoyando la corrupción que está carcomiendo a todos los países. Puede que una persona que deje de ir a un partido o de sintonizar unos partidos, no hagan la diferencia, pero cuando seamos millones, la FIFA y su estructura se caerán.

Cuando vistan la camiseta de su equipo, cuando vean un partido y griten de alegría o tristeza por el transcurrir del juego, piensen más bien en cuántas personas están sufriendo desigualdad por las oportunidades que el crimen del fútbol profesional les está robando. Y piensen que, mientras tanto, el crimen organizado se está riendo de ustedes, de su pasión, porque gracias a esto, su negocio fraudulento es cada vez más lucrativo.

LO ÚLTIMO