La verdad tenía ciertas aprensiones frente al nuevo reality del canal RCN ‘Soldados 1.0’. Estas se arraigaban más que todo en el hecho de ver gente de la farándula, actores, modelos y reinas, inmersos en un programa dedicado a mostrar el fuerte entrenamiento que recibe un soldado colombiano, prevención que se aunaba a los consabidos intríngulis con los que siempre se hilvanan este tipo de formatos, en los que está claro que algunos sucesos en su desarrollo están estratégicamente preparados.

Sin embargo, concluí que no era consecuente en ningún aspecto que el Ejército Nacional de Colombia se prestara a participar de un show televisivo con pincelada farandulera, donde todo estuviese fríamente calculado, solo con la intención de atraer un público televidente curioso o de repente nostálgico por esa experiencia que muchos atravesamos en nuestros años mozos y quiérase o no, la marcó positivamente.

En efecto, al ver los distintos capítulos de ‘Soldados 1.0’, de inmediato me remonté 30 años atrás y pude revivir esos momentos como “recluta” en la Escuela de Artillería en Bogotá, a la que llegaron pelotones procedentes del Valle del Cauca, Tolima y Cundinamarca, donde como se diría popularmente, nos sacaron la leche a punta de volteo, estricta disciplina, arduo entrenamiento diario y la firme inculcación del amor a nuestra querida patria colombiana.

Soldado Santamaría

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Recordé las largas jornadas de trasnocho memorizando los diferentes himnos y los grados militares, los tediosos turnos de centinela, las reprimendas aleccionantes de cabos, sargentos, tenientes y capitanes, los choques de carácter personal con dragoneantes egocéntricos y tirriosos como el santandereano Mendoza, las angustias y trueques que se tenían que hacer para conseguir alguna prenda que algún vivaracho lanza te sustrajo en un descuido, las veces que el desayuno no alcanzaba y debíamos iniciar rutina de entrenamiento hasta que nos daba “la pálida” y nos ponían de cabeza para reanimarnos, los deliciosos tamales con chocolate y mogolla el día domingo, la anhelada visita de tu familia, la persistente nostalgia por la civil, esos momentos de recocha en las que se olvidaban las jerarquías militares imperantes, algunos choques de egos en donde todos tenían el regionalismo a flor de piel o ese momento en el que tuve el pecho henchido de orgullo al ser felicitado por mi teniente Puentes frete a toda la compañía, al ocupar un decoroso tercer lugar en polígono y me mereció unos días de licencia que dedique a recorrer Bogotá.

Momentos críticos cuando un infortunado accidente me marginó de continuar con mi servicio militar y fui dado de baja. Tras la recuperación, nostálgico y feliz a la vez, regresé a casa, llevando conmigo todas esas enseñanzas inculcadas y otras que fueron reafirmadas. Me gusta el reality ‘Soldados 1.0’, sobre todo porque me trae a la memoria esa corta pero trascendente experiencia que me enseñó a valorar muchas cosas y forjar entereza frente a situaciones de mí cotidianidad:

Colombia patria mía:

Te llevo con amor en mi corazón,
Creo en tu destino
y espero verte siempre Grande,
respetada y libre.

En ti amo todo lo que me es querido;
tus glorias, tu hermosura, mi hogar,
las tumbas de mis mayores,
mis creencias, el fruto de mis esfuerzos
y la realización de mis sueños.

Ser Soldado tuyo, es la mayor de mis glorias.

Mi ambición más grande
es la de llevar con honor
el título de colombiano,
y llegado el caso,
Morir por defenderte.

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