Por: Margarita Barrero (TikTok: @margarita_lindalamar)

¿Qué tiene que ver el karma instantáneo con una mujer manejando? Si es machista pensará que todo, pero esta no es una historia de prejuicio. Es la de una conductora de carro particular en un trancón, en la subida de un puente, a la que un conductor de una camioneta acosaba para que acelerara, a tal punto, que el tipo decide bajarse del carro, dispuesto a golpearla e insultarla.

Tan mala fue la suerte del hombre que un motociclista se fue de cara contra la puerta de su camioneta mientras él la abría y le gritaba a la mujer que manejaba al frente suyo: “Vieja hijueputa, ¿es que no aprendió a acelerar? ”.

Suena el frenón, inicia un nuevo trancón y el hombre se enfrenta al dilema de revisar a los recién heridos que iban en la moto, el carro vecino golpeado con el cuerpo de ellos y su puerta afectada, al tiempo que debe lidiar con su furia. Karma instantáneo para él. Yo era la mujer intimidada observando por mi retrovisor y avanzando en la vía sin entender la ira del hombre.

Desde los 15 años manejo. Mi madre no lo hace porque mi abuelo le decía que era para machos y mi tía, que aprendió adulta, se concentra como quien pasa por una cuerda floja esperando salvar su vida.

“Bruta, ¡tenía que ser mujer!” nos gritan a las conductoras algunos hombres y también algunas mujeres. Qué me diga una choferesa colombiana si no le ha pasado al menos una vez.

Cuando esto ocurre me siento con la vergüenza de quien queda empelota en la calle y, al tiempo, caliente como un volcán a punto de demostrar que no es inofensivo. Entonces pienso que estas personas no tienen ni idea de que la primera conductora y mecánica del mundo fue mujer. Hablo de Bertha Benz, esposa de Karld Benz, creador del primer automóvil con motor de combustión interna, que con los años daría origen a la marca Mercedes Benz.

En 1888, mismo año en el que Brasil fue el último país de América Latina en abolir oficialmente la esclavitud, la señora Bertha Benz,  en el amanecer del 5 de agosto, tomó el Patent-Motorwagen, el coche a motor prototipo de su esposo. Acompañada por sus dos hijos, manejó desde la ciudad industrial de Mannheim hasta Pforzheim, al sur de Alemania, sin pedirle permiso a nadie. Ya eso era raro.

Difícil imaginar un camino más accidentado: la cadena de la transmisión se le rompió y necesitó de un herrero para repararla, los frenos de madera se desgastaron e improvisó las primeras pastillas para estos con unas suelas de zapato; y la ligroína, el combustible en ese momento, también se le acabó, así que arrasó con el que encontró en las boticas del camino.

La mujer, que conducía por las vías de las bestias y sin animal delantero lo que parecía un artefacto del futuro con una estela de humo, se volvió el chisme de los telégrafos y luego la noticia de los periodistas. Los espectadores comenzaron a hacerle camino.

Luego de 12 horas y recorrer casi 200 kilómetros llegó a su destino y se convirtió en la primera conductora y mecánica de la historia, multada, de paso, por sobrepasar los límites de velocidad al ir a 40 kilómetros por hora. Y como los textos del pasado nos han enseñado, a esta mujer, de igual manera que a muchas otras, su época no le dio el digno reconocimiento.

Más de 100 años después la ruta de Bertha Benz Memorial fue declarada patrimonio industrial de la humanidad. Inexplicable cantidad de tiempo para visibilizarla; sin embargo, no el suficiente para que las mujeres saudíes pudieran manejar, tanto que Sophia, una robot humanoide, consiguió ese derecho primero en el 2017 al convertirse en la primera androide ciudadana saudita.

Un año después, Arabia Saudita levantó la prohibición de manejo para las mujeres y, en ese momento, sus más de 14 millones de mujeres al menos pudieron empezar a soñar que era posible conducir por primera vez.

Así las cosas en el mundo, no es que yo tenga poder de exigir en Colombia.  El señor rabioso, que causó un accidente en la vía por insultarme, es la evidencia de una estadística lamentable en nuestro país: la mayor causal de imposición de infracciones en Colombia, en 2018, fueron los ataques de ira y el exceso de velocidad en hombres.

No sé si por la influencia de los machos latinos de las novelas mexicanas o la plata fácil que se evidenciaba en lujosas camionetas de narcos, pero algunos se siguen sintiendo muy varones y blindados en sus carros, hasta que ocurre un accidente, pero ni en eso los dos sexos compartiríamos la misma desgracia.

La evidencia muestra que la vulnerabilidad femenina no se ha estudiado lo suficiente en los vehículos. Según un análisis desagregado por sexo de los patrones de lesión del registro de traumatismos del Reino Unido (TARN) las mujeres quedan atrapadas con mayor frecuencia que los hombres y tienen más lesiones en la pelvis y en la columna vertebral. Piénselo por un minuto: ¿Cuándo ha visto un maniquí femenino en los crash test? Para su información no es lo obligatorio, entonces: ¿es que las mujeres somos invisibles?

Esta es la versión en TikTok de la columna:

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*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.