Desde que la industria del cine encontró su mina de oro haciendo películas basadas en las historias de cómics, he sido un fiel seguidor tanto del lado de Marvel como de DC.

Ambos estilos son diferentes. Particularmente prefiero el estilo de Marvel, creo que sus argumentos están mejor elaborados. Además de la ficción que acompaña a los héroes y a los villanos, también existe una historia bien anclada a la trama que justifica la lucha entre el bien y el mal, en estos casos.

Con DC cómic aún no estoy tan convencido. La película Batman vs. Superman no tuvo la fuerza que se esperaba, o por lo menos la que muchos esperábamos.

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Su argumento, frágil de entrada, terminó por diluirse con algunas situaciones como la ya histórica mención del nombre de la madre de los dos héroes, que por azares de la vida tenían el mismo nombre…

Y hoy decidí olvidar ese episodio y entré a ver a la heroína, la que vi tantas veces en la pantalla de mi televisor a blanco y negro, en esas imágenes 2D que nos emocionaban los sábados en la mañana; quise ver a la mujer que volaba en un avión invisible, que sacaba un cordel largo con el que obligaba a los villanos a decir la verdad.

No tenía tantos poderes como los del resto de la Liga, pero era ella, y solo con ser ella ya todo era diferente. Convenido de eso, de la diferencia, vi la película esperando lo mismo, diferencia. Y no me equivoqué.

Por sí misma la película no es extraordinaria, pero debo decir que tiene un argumento sólido. Un argumento que sirve de base para contar la historia de Diana Prince, a la que nunca llaman Mujer Maravilla en la cinta, y que explica la razón de su lucha por acabar una guerra.

Aunque lo diferente no está ahí.

Lo diferente es algo tan claro en la película, como la belleza de Gal Gadot. La diferencia la encontré en que Diana es una mujer, que además de creer en el amor, busca su lugar en una sociedad completamente gobernada por hombres. Una sociedad de casi mediados de siglo pasado que no le da cabida a la opinión femenina. Es allí donde ella se convierte en resistencia. Y en la película se nota en varios pasajes.

Ocurre que los hombres no la escuchan, no les importa lo que pueda decir, lo único que dicen es que esa mujer no debe estar con ellos en el mismo sitio. Sin embargo ella los enfrenta de forma sutil al principio, y después, en medio de la guerra, los confronta de manera directa, encontrando así el lugar que, aunque nadie lo reconoce en la película, esta mujer logra ganarse.

Mientras pasaba la cinta ponía mi mirada con las gafas 3D en algunas de las personas del público, y pensaba sí las mujeres que estaban viendo a Diana, veían lo que yo veía, o simplemente era natural que sucediera el rechazo provocado por los hombres, como si fuese una norma que nadie puede refutar.

La Mujer Maravilla, para mí, es una película que por momentos se convierte en un homenaje a la lucha que muchas mujeres han hecho durante tantos y tantos años por conseguir un puesto en una sociedad culturalmente arraigada en el poder que tiene un género sobre otro, sometiendo al último a una idea falsa y lejana de la realidad. Diana Prince rompe esa idea en la película. Ojalá lo haga también en la próxima cinta con la Liga de la Justicia.

Recomendada.

P.D: Qué bueno ver a Robin Wrigth en esta cinta. Su papel es corto, pero sustancioso, como su excelente trabajo en House of Cards.

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