Pero es profundo el efecto de la caída de cuatro de los grandes clubes colombianos, Nacional, América, Millonarios y Deportivo Cali, desplazados por chicos con proyectos serios, con jugadores que ellos, tantas veces, descartaron.

En Millonarios, importó poco el papelón en fútbol y resultados. Al punto de que perdedor en todos los torneos, a Russo lo despidieron con honores, en elocuentes gestos de gratitud, extraviada la proporción crítica a sus fracasos.

Ya se escuchan voces inconformes, entre los jugadores, por la llegada de Pinto, técnico que no transige con la indisciplina y menos con liderazgos no justificados, camarillas o peleas entre compañeros.

Nacional, por su parte, se debate en seria crisis que su presidente no oculta. Tiene deudas gigantes, nómina paralela, demandas y en entredicho sus promocionadas tiendas verdes. Presente confuso con nómina en sectores envejecida, refuerzos sin la calidad requerida y desvirtuado, además, el estilo de su fútbol que tanto han valorado sus seguidores.

Esteban Jaramillo

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¡Gracias, maestro!

América es un drama por los manejos administrativos sin coherencia con las necesidades económicas y deportivas.

Y el Deportivo Cali desfiguró su estética. Del fútbol virtuoso que nace de su escuela, se pasó al tosco y burdo de las últimas campañas. Sin dinero, como los anteriores, quiere reconstruirse entre críticas e intolerancias.

“Volveremos, volveremos… y otra vez seremos campeones”, como alivio a estos momentos de zozobra.

Tienta el pensar que los ricos también lloran.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.