Las últimas encuestas sobre candidaturas presidenciales y opciones para el 2018 marcan cosas reveladoras y curiosas, sobre todo la cuasi mayoritaria intensión de voto por Petro, a pesar de todas las campañas contra él, pasadas, presentes y futuras.

No pocos extremistas de derecha deben estar asustadísimos viendo a ver cómo lo matan políticamente o cómo le hacen permanecer en la inhabilidad que todavía tiene por parte del Consejo de Estado.

Pero a hoy, la lectura electoral tiene que ver necesariamente con Odebrecht y con los fenómenos de corrupción. ¿Qué pasó ahí? Que las dos grandes familias políticas que podrían llegar a la segunda vuelta, el uribismo y el santismo, según las encuestas y el repudio popular a la corrupción, por lo pronto están por fuera.

De una manera conceptual y pragmática, Germán Vargas Lleras hace parte mentalmente del uribismo. Vargas Lleras puede ser tan neoliberal y más que Uribe, y si se asegura en sus porcentajes, también puede dar el bote y convertirse en una seguidilla anti paz, no lejos de Uribe. Hay que sumar todos esos sectores no despreciables de la extrema derecha y la derecha “pura” que se tocan por todos los lados.

Uribe se quedó sin candidato, pero algo se inventará. Entre sus Guerras, Zuluagas, Duques y Holmes, no tiene para hacer un caldo sustancioso. Puros huesos porosos. Le queda Ordóñez por allá en la cola de favorabilidad o conciliar con una de las personas que más odia, en su costalado de profundos rencores:

Vargas Lleras. ¿Injuntables? Para nada. Dios los cría… al fin y al cabo.

Humberto de la Calle está ahí, agazapadito, como recurso ulterior del santismo, pero sumando toda la derecha o centro derecha, de De la Calle a lo más extremo que viene siendo el fanático medieval Ordóñez, y pasando por Vargas Lleras, Roy y demás, las fuerzas del régimen no parecen sumar de una las mayorías necesarias. Claro, al día de hoy. Sumados, llegan al 30% de votantes…

Vargas Lleras es un heredero de la casta política, es un delfín. Heredero de la historia del poder. Los genes de Gonzalo Jiménez de Quesada por lo menos conceptualmente, están en Vargas Lleras, lo cual le permite alianzas y jugadas con todo lo que huela a reaccionario.

La izquierda en todos sus matices y dentro del consuetudinario canibalismo, puede llegar a una cifra similar, encabezada por Petro con un promedio en las encuestas del 13%. Y de ahí para abajo Robledo, Clara López coqueteando con Petro y demás.

Hay una especie de centro, o de extremo centro muy importante, que puede fluctuar hacia la derecha en caso de necesidad o conveniencia. Me refiero a Fajardo, Claudia López y Navarro, que pueden juntar, a hoy, reitero, otro 30% de favorabilidad.

De tal modo que al día de hoy la tal polarización Uribe Santos, no incluye a un no despreciable 70% del electorado. Esa polarización ante la posibilidad de una ventaja inicial de un “outsider” (¿qué viene siendo eso conociéndolo como hombre de la entraña neoliberal?) como Fajardo, puede desaparecer y vernos con que los antiguos godos y cachiporros se ‘frentenacionalizarán’, por temor a darle campo a Fajardo o por el pánico que les puede producir la opción de la izquierda en cabeza del más odiado, del ex alcalde de Bogotá que ya les mostró los dientes en materia social, económica y política por cuatro años en Bogotá, a pesar de los esfuerzos hechos por la alianza Santos-Uribe para sacarlo a capirotazos.

No se puede dejar de mencionar de acá a mayo de 2018 la influencia que ejercerán las Farc, y hasta de pronto el ELN, jugando en política abierta y legal.

La organización política de las Farc y su capacidad de convocatoria pueden no ser pocas, pero desde luego, ello está por verse. Si convocan y si los dejan.

Si se sintonizan con muchas capas de la población y duele decirlo, si no los matan, lo cual conduciría al país a una nueva ola interminable de violencia. La credibilidad de las Farc desde el momento de la firma de paz pasó del 8% al 28% lo cual implica que están trabajando denodadamente por su imagen a la que le colarán sus propuestas de cambios profundos, no muy lejos de lo que puedan plantear sectores de la izquierda tradicional, incluido el progresismo, aun si Petro se opone a lo que ha llamado “una paz barata”.

En medio de la incertidumbre hay cosas que son claras: el santismo que también es en parte una asociación de congresistas mafiosos o de cuello blanco, está frito.

Pero el santismo de la U y los liberales pueden construir aún más sus relaciones e influencias con Vargas Lleras, aunque Vargas Lleras se hizo el pendejo con el proceso de paz y eso para Santos desde luego es inaceptable.

Pero gatearon en el mismo tapete… lo cual en el fondo los hace socios de clase y de destino…

¿En qué vamos hasta hoy? El uribismo no tiene candidato ¿Con quién va Uribe?

¿Con un Ordóñez que no crecerá, con un partido conservador estancado y pastranizado? Hay fuerzas que pueden llegar: Vargas Lleras sin dudas, por sí mismo, Petro, por sí mismo, y en el centro, lo que salga de la alianza de verdes y Fajardo. Y Santos con su maquinaria disminuida y con la fábrica de mermelada afectada…

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El proceso de paz ha abierto el panorama pero también lo ha cerrado con tres fuerzas. La que lo quiere acabar; el uribo-pastrano- ordoñismo, la que quiere seguir minimizándolo; el santismo, y la que lo quiere profundizar en lo político y lo social; la izquierda dividida y no pocas veces sectaria como en el caso de la pequeña fuerza de Robledo, que pasa de agache mientras implosiona el Polo. Y Vargas Lleras que desprecia la paz.

La corrupción también ha afectado en materia fuerte el proceso preelectoral. Los tres adláteres del régimen, Santos, Uribe y Vargas Lleras, están ampliamente tocados. Unos por Odebrecht otro por Cambio Radical. El centro y la izquierda salen bien librados de los escándalos contemporáneos.

¿Futuro? Para construir una verdadera democracia en Colombia se debe primero llegar al poder y para llegar al poder pues los caminos están corrompidos o están muy complicados. ¿Cómo lograr una dinámica de unidad y de alianza entre todos los sectores no corruptos, y una unidad programática en torno a la modernidad y el progreso social?

Poner de acuerdo a Petro, las nuevas fuerzas de izquierda como las Farc e incluido el movimiento popular, lo que quede del Polo, a Clara, a Navarro, a Claudia, a Fajardo, en torno a un programa mínimo anticorrupción y de profundas reformas sociales, debería ser el camino.

¿Y el Congreso? Sin un parlamento distinto, nada será posible. Todo depende, en consecuencia de la Reforma Electoral, que muy probablemente se frustrará con este Congreso entamalado. Y ahí sobreviene el círculo más vicioso: para lograr la Reforma Electoral se necesita un Congreso honesto, pero para elegir un congreso honesto se necesita una Reforma Electoral.

Solo si los movimientos no enmermelados logran mayorías parlamentarias y una

fuerza nueva ocupa la Presidencia, ello será posible. ¿Estamos listos para eso?

Depende de usted…

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