No es nueva la noticia de los robos violentos que se vienen dando en la ciudad afectando a los ciclistas, de hecho, en un solo día las bandas organizadas se pueden robar más de 20 que van a parar descaradamente al mercado negro que mueve millones.

La policía sabe dónde están ubicados estos lugares donde se comercializan toda clase de bicis robadas, pero más allá de una redada cada cierto tiempo, en la que luego muestran algunas bicis recuperadas, no es mucho más lo que hacen para frenar este flagelo que ha enlutado a muchas familias.

Designar a una cuidad como capital mundial de la bicicleta tiene que ir más allá de presentar propaganda televisiva invitando a las personas a moverse por los incontables kilómetros de rutas especiales que la cuidad tiene, o instar a la ciudadanía a esquivar el trancón capitalino usando su caballito de acero; se trata de generar mecanismos eficaces para cuidar al actor más importante de este merito en movilidad, el ciclista.

Helder Zambrano

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La mayoría de las personas que usan la bici y realizan algún tipo de actividad fuera de su casa, ya sea trabajar o estudiar, regresan a su hogar en horas de la noche, generalmente entre 7 y 11; justamente estas son las horas donde se presenta el mayor porcentaje de homicidios relacionados con el hurto de estos vehículos, pero a su vez, este horario es el mas desprotegido por la fuerza pública.

Como quien dice, llega la noche, se van los policías, y llegan los delincuentes a causar terror en las solitarias y aisladas ciclo rutas de Bogotá.

A José Antonio Silva y Óscar Giovanny Rodríguez les arrebataron la vida en la localidad de Suba por robarles su bicicleta, a Elkin Farid Alemán Cruz en la 26 con 68 por la misma razón. Estos tres casos se suman a los que en el pasado han tenido que soportar los bogotanos, cansados de un sistema de transporte ineficiente y peligroso, que además no les brinda garantías cuando quieren mutar a alternativas diferentes de locomoción.

Helder Zambrano

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Los ciclistas merecen una ciudad por la que movilizarse no ponga en alto riesgo su vida, una en la que la policía cuide de verdad los corredores donde se presentan más ataques violentos y homicidios, y una donde la inauguración de nuevos kilómetros de ciclorrutas vaya a la par con acciones efectivas contra las bandas de crimen organizado que tienen repartidas las localidades de la ciudad a sus anchas como un pastel.

A los ciclistas, que con cada pedalazo le dan más aire al planeta, paradójicamente, en la capital mundial de la bici, les están quitando el suyo.

 

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.