Y es que los sentimientos son encontrados porque lo vivido fue tan hermoso e intenso, pero a la vez, fueron tatos los eventos, escritores, editores, librerías que no se visitaron, no se compraron, no se vieron… Por más que haya videos en todas las redes de gran parte de los eventos, nunca será lo mismo. Parece un duelo, sí. Nostalgia y agradecimiento por lo vivido, pero también tristeza por lo no alcanzado a vivir. Por más fotos físicas y digitales o videos caseros que haya, nunca será lo mismo.

Me quedan muchas tareas por hacer, entrevistas, lecturas, que espero poder estar compartiendo con paciencia con ustedes, lectores, en los próximos meses.

Pero nos quedan los espacios culturales y las librerías, esos espacios lugares en donde podemos experimentar, de la mano de esos ángeles que son los/las libreros/as y los gestores culturales, momentos inolvidables. Y si es con un café o un vino de por medio, mejor. Y esta vez les quiero hablar de dos de ellas en Villa de Leyva en Colombia.

Con una población de aproximadamente 25 mil personas, y con una población flotante que puede llegar a duplicarla en fines de semana en que se desarrollan eventos y ferias, muchos de ellos de carácter cultura, y con presencia de alta afluencia de turistas extranjeros, tiene todo el potencial para convertirse en el refugio literario de Colombia.

La primera de ellas, la conocí hace unos meses. Su nombre: “La Libretika”. Está situada en el Parque Nariño y, sin mayores pretensiones, se trata de dos espacios en una casa en cuya puerta tiene un aviso vertical que dice “librería”, muy cerca de un restaurante que se llama “María Bistró”. La librería le pertenece a Pablo Rodríguez, un bogotano que se fue a vivir hace casi 14 años a Villa de Leyva, y atiende presencialmente de jueves a domingo (si es puente festivo también el lunes, y también virtualmente por su página de IG @librerialalibretika. Pablo es un “librovejero” – en el mejor sentido en que lo utiliza Alvaro castillo en el libro del mismo nombre-, que estudió Literatura en Bogotá y con quien se pueden conseguir las más curiosas y anheladas ediciones de libros no imaginados. Tiene más de 4.000 libros y consigue, además, libros-joyas que los amantes de las letras queramos encargarle. También promueve a autores y editores locales, cuyos libros también se pueden conseguir en su librería. La sabiduría y amabilidad de Pablo me conmovieron. No dejen de visitarla cuando se den una vueltica por este hermoso pueblo de Boyacá.

La segunda, la conocí la semana pasada y se trata de “Relato”, una librería y espacio cultural que no lleva más de un mes, de propiedad de los hermanos Arturo y Hernando Bedregal @arturobedregal, de origen boliviano, y la esposa colombiana de Arturo, Andrea Zárate, quienes a raíz de la pandemia, debieron cerrar el espacio cultural que manejaban en el barrio Pasadena en Bogotá, y emprendieron camino rumbo a Villa de Leyva en donde montaron un espacio doble: espacio cultural @relatovilla y restaurante español @PaellaDeLeyva.

El lugar está situado en las afueras de Villa de Leyva, en el borde izquierdo de la carretera hacia Arcabuco, pasando la estación de bomberos. Y me sigue sorprendiendo enormemente que, aún después de pandemia, con audiolibros, libros digitales, eventos culturales por redes y en videos, alguien le apueste a la cultura. Por supuesto, toca siempre de la mano de la gastronomía o de otros aderezos porque parece que en este país los solos libros no dan ni para equilibrar los costos que requiere su comerialización.

El espacio, que no es solo una librería, sino galería y taller de arte, con mesas para tomarse un café, un vino, tapear y/o “postrear”, tiene además una tarima para recitales, pequeños conciertos o proyección de películas –, y termina al fondo con una terraza exterior cuya vista es de ensueño. Encontramos toda clase de literatura, especialmente libros nuevos, pero también usados a unos precios estupendos. Un lugar en donde el sueño de comprar – o pedir prestado – un buen libro, tomarse un buen vino y sentarse a tardear leyendo, puede hacerse una realidad.

Los vinos que ofrecen son de primera calidad, la comida es francamente excelente, con una presentación impecable, y la promoción de la cerveza local también hace parte de su espíritu. Funciona de jueves a domingo, y también los lunes cuando es festivo.

Me animó la charla con Andrea y Arturo, quienes vienen del mundo del diseño y la cultura – de ahí que el lugar sea minuciosamente decorado hasta con frases de Shakespeare, y que del techo cuelguen libros y lámparas de mimbre sobre paredes rojas, un contraste que le da una calidez única a la locación-. Y me animo porque necesitamos más soñadores que ejecuten, seguramente con miedos, pero con toda la pasión posible, realidades culturales que impacten en poblaciones permanentes y transeúntes. Porque entre tanto materialismo, entre tanto afán, nos recuerdan que puede haber espacio para “vivir sabroso” – aunque la frase sea últimamente objeto de mucha polémica política.

Los animo a que continuemos la feria del libro a través de las librerías y los espacios culturales. Gocemos en y con ellos. Son para nuestro disfrute pleno. Como dice la frase de cajón: vida solo hay una.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.