La respuesta es que el nivel de riesgo es muy alto debido a la ubicación geográfica, a la disparidad del terreno, al silencio sísmico y especialmente a la fragilidad estructural de las mayoría de las edificaciones, según la caracterización que hizo de ellas la Universidad Católica a la luz de la Norma Sismorresistente 2010 (NSR-10).

Bogotá ha sufrido 7 terremotos desde 1743, de los cuales 3 han sido con una intensidad superior a 8. Los epicentros han sido en los páramos de Chingaza y Sumapaz; Sopó; Timaná (Huila), Valle de Tenza; y Vegalarga (Huila), recuerda El Espectador.

Hace 17 años, la Agencia Internacional de Cooperación del Japón (Jica) previó que cerca del 89 % de la ciudad sufriría algún tipo de afectación (desde grietas hasta el colapso de edificaciones) en caso de un sismo de intensidad superior a 7,5 con un epicentro cercano. Aunque la Sociedad Colombiana de Ingenieros bajó las estimaciones a un rango del 10 al 15 % de lo que se podría destruir en caso de un terremoto con potencial devastador, dijo un informe de Portafolio publicado en marzo de 2010.

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La norma de sismorresistencia entró en vigencia hace 7 años y aplica para todas las construcciones que se han edificado desde el 2010 hacia adelante.

Pero la incertidumbre recae sobre las construcciones anteriores a la norma, especialmente las que corresponden a los barrios antiguos de Bogotá (como La Candelaria, Restrepo, Santander y La Fragua) o las áreas residenciales asentadas en las faldas de los cerros orientales y amplias zonas del sur y el norte de la ciudad, de acuerdo con la Universidad Católica.

La valoración por localidades arrojó que las más expuestas a sufrir graves daños serían La Candelaria, Santa Fe, Chapinero, Los Mártires, Puente Aranda, Antonio Nariño y Fontibón.

Mientras que entre las que sufrirían menos estarían las de Usaquén, Barrios Unidos, Suba, Kennedy y Bosa.

Irregularidad vertical
Irregularidad vertical / Universidad Católica

La caracterización en ese momento se centró en los barrios San Antonio y San Cristóbal. Una de las conclusiones a las que llegó el equipo de observación en ese entonces fue que:

“Las edificaciones no cumplen con los requerimientos” y casi todas presentan fallas en “columnas, vigas, y en las ampliaciones, modificaciones y reparaciones realizadas”.

Y agregó:

Las edificaciones no cumplen con los requerimientos mínimos de sismorresistencia, condicionándolas a alto riesgo de sufrir graves daños en el caso de ocurrir un terremoto”, aseguró el estudio de caracterización.

Hospitales y colegios públicos han sido intervenidos para mejorar la resistencia de sus estructuras, pero eso no ha pasado con las construcciones de uso residencial.

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