Los profesionales manifestaron su incomodidad contra la representante del Centro Democrático por asegurar que “la masacre de las bananeras es un mito histórico de la narrativa comunista”.

Para los firmantes de la carta, lo dicho por Cabal “ofende a las víctimas y la memoria histórica nacional”.

“Rechazamos las afirmaciones irresponsables de […] Cabal […]. Estos planteamientos se suman a otras declaraciones que además de infundadas, buscan dividir y polarizar al país en un momento histórico”, dicen en su comunicado, difundido por el mismo Departamento de Ciencia Política de Los Andes.

Para ellos, Cabal, politóloga del mismo centro de educación superior, “desacredita la profesión. […] La disciplina de la ciencia política es un ejercicio académico serio y riguroso y afirmaciones como las que regularmente utiliza […] Cabal son un descrédito para la profesión y en nada reflejan la seriedad de esta rama de las ciencias sociales. Las diferencias políticas son bienvenidas en una democracia siempre y cuando se tenga como mínimos estándares los principios académicos que moldearon nuestra educación”.

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Este sábado, la política uribista les respondió a los egresados que firmaron esa carta y les dijo, con base en la forma como tituló la revista Semana esa información (‘María Fernanda Cabal “avergüenza” a politólogos de Los Andes’), que “Vergüenza debe darle a quien invierte 16 millones semestre en su educación y prefiere la ofensa al debate público abierto y con altura”.

Pero no solo invocó el tema del costo del semestre en Los Andes, un aspecto que en los últimos días ocupó buena parte de la atención de la comunidad académica en general, comoquiera que incluso provocó protestas de algunos estudiantes, sino que también comenzó a confeccionar una lista para tratar de probar que quienes, desde Los Andes, la critican severamente por sus posturas son contratistas del Gobierno.

Esa lista, hasta este lunes por la mañana, incluía en su cuenta de Twitter a Mauricio Gómez y a Jaime Andrés Tenorio, calificados por la congresista como “‘avergonzados’ politólogos contratistas”.

Con esos dos datos, Cabal mete al debate, que hasta ahora era eminentemente académico, al Gobierno y a los “medios podridos”, una estrategia dialéctica que inscribe la discusión ahora en el ámbito político y le permite a ella ubicarse, como víctima, en la orilla de quienes son destruidos porque “se atreven a cuestionar lo incuestionable”.

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