El vehículo fue encontrado en las calles de ese municipio por El Tiempo, medio que habló con su actual dueño, Hernán Barco, única fuente que consultó para dar fe de que se trata del mismo automóvil.

“Hace tres años tuvimos un trasteo y me dijeron que en esta camioneta había montado Juan Pablo 2”, dijo Barco, y ante la pregunta de ¿quién le dijo?, respondió: “El papá del hijo del que le hice yo el trasteo”. Esa es la única referencia.

Barco tiene hace 18 años la camioneta, convertida hoy en un camioncito de estacas, y asegura que le cogió cariño al saber eso.

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En su momento, cuando Juan Pablo 2 se subió en él, el vehículo había sido adaptado artesanalmente en Chinchiná con unas sillas y una baranda de madera.

En ese modesto transporte estuvo el pontífice luego de llegar a Colombia en el avión 747 de Alitalia, que lo llevó hasta el aeropuerto internacional de Matecaña, y de moverse también en un helicóptero hasta la finca La Libia, de Jaime Restrepo Mejía, reportó entonces el diario La Patria, cuyas publicaciones recoge Café Buendía.

Café Buendía

Desde ese punto fue subido al papamóvil para hacer un recorrido de 5 cuadras hasta llegar a la Fábrica de Café Liofilizado, en donde lo esperaba una multitud.

Esa fue apenas una parte de su periplo por el país, porque Juan Pablo 2, en su viaje número 30 fuera de Italia, también estuvo en Bogotá, Chiquinquirá, Cali, Tumaco, Popayán, Pereira, Bucaramanga, Armero, Medellín, Cartagena y Barranquilla. En todos esos lugares fue transportado por diferentes papamóviles.

Hoy, todo parece indicar que el carro que paseó a la máxima autoridad de la Iglesia católica por unas cuadras en Chinchiná es el que tiene Barco. Eso afirma él.

En ese carro que una vez pisó la cabeza del mundo cristiano, en la actualidad se mueven, con las placas DUC 526, colchones, camas, mesas sillas, espejos, cómodas, enseres…

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