Y la formula, con respuesta obvia (sí, es el ejercicio de los derechos individuales) este lunes El Espectador en su editorial, en el que plantea, también a manera de interrogante, con respuesta obvia, “¿No sería mejor crear reglas claras que permitan a las autoridades supervisar estos eventos para garantizar la seguridad de todos los involucrados?”. Sí.

Las preguntas de El Espectador se producen a propósito de la fiesta que estaba programada para estos días en la ciudad, y que con un costo de 5 mil dólares por persona, permitían acceso a 60 mujeres dispuestas a tener sexo, comida y bebida sin restricción, y un ambiente ‘amigable’ con las drogas.

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Para El Espectador, la respuestas del alcalde y del secretario del interior iban en dirección del prohibicionismo moralista: “Vamos a impedir que se realice el evento”… “Todos estos eventos dañan el buen nombre de los cartageneros”… “No los vamos a tolerar en la ciudad”.

Los interrogantes, con respuesta obvia, siguen con la pregunta de “¿cuál es el daño esencial que una fiesta de este estilo le hace a la sociedad?”. Ninguno.

El Espectador deja claro que el trabajo sexual es considerado por la Corte Constitucional como un ejercicio viable para personas que deseen ejercerlo, siempre y cuando se realice con libertad y sin coerción.

El periódico no oculta que sí hay problemas, como la droga y la trata de personas, que requieren una aproximación diferente. Eso es otra cosa.

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