Solo pasaron unas horas para que familiares de Katia Burgos, progenitora de Nicolás Petro, respondieran a las afirmaciones que el presidente Gustavo Petro hizo a la Revista Cambio.

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Esta vez quien salió a ripostar al primer mandatario fue la prima del diputado del Atlántico, Adriana Burgos, indignada por las apreciaciones del presidente frente a la relación con su hijo.

“No lo crié, esa es la realidad”, respondió el mandatario, una apreciación que disgustó a algunos miembros de la familia Burgos.

“¡Gracias a Dios no lo crió! Lo crió un hombre honorable, su abuelo materno. ¡Se habrá torcido cuando empezó a andar con usted! Por qué no cuenta que lo demandaron por alimentación y usted contra demandó a la mamá. Petro, no escarbe en la historia que sale mal librado”, aseguró la prima de Nicolás Petro y dijo que son las palabras de un padre ausente e indicó que: “Como lo quiere ser ahora porque le conviene”, resaltó Adriana Burgos.

Los abuelos maternos de Nicolás Petro a los que se refiere su familiar son Luis Burgos Brun y Femina Burgos Perdomo.

Acto seguido señaló: “Nicolás fue muy bien criado por personas intachables: su mamá y abuelos maternos. Al unirse a su padre para hacer política le correspondía a @petrogustavo enseñarle buenas prácticas, guiarle y aconsejarle desde su experiencia. Que forma tan olímpica de lavarse las manos”, expresó Adriana Burgos.

Consultada por la Agencia de Periodismo Investigativo, API, sobre su reacción a la entrevista manifestó que no se pronunciará más sobre el tema, no obstante expresó: “Soy prima. Y no diré nada más al respecto. Pero no voy a permitir que pongan en duda la crianza que le dieron a Nicolás personas intachables como su mamá y sus abuelos maternos”.

Qué dijo Gustavo Petro sobre su hijo Nicolás

CAMBIO: Presidente, en su libro usted escribió: “fue muy extraño conocer a mi primer hijo en la cárcel, sabiendo que no lo volvería a ver en mucho tiempo”. ¿Qué clase de padre ha sido usted para Nicolás? ¿Tuvo la oportunidad de enseñarle valores?

Gustavo Petro: “No, porque fue la época de la clandestinidad. Una vez salí de la cárcel me perdí, digamos, desde el punto de vista legal. Lo recuerdo como el episodio de mayor libertad, porque no tenía ni mi cédula ni me llamaba así. Yo alcancé a estar un año con Katia y con Nicolás en Bucaramanga en la clandestinidad. Me conseguí un colchón y me conseguí un corral, precisamente un corralito de esos de niño, para que pudiera estar en el colchón. Dormíamos en el piso. Para poder leer, porque siempre me ha gustado leer, me tocaba robarme los libros de las librerías. Era el jefe del M-19 en toda esa región. Hasta que vi en un artículo de Vanguardia, que es el periódico más conocido en el nororiente, una operación que hizo el Ejército de ese entonces contra una pareja del ELN y mataron el bebé. Y entonces, por esa y otras razones, yo me separé de mi hijo y de Katia. Empecé a caminar en soledad los caminos de la clandestinidad. Hasta que vino la desmovilización del M-19 en el 90. En ese año, él todavía era un niño. Pero yo ya había hecho una vida sentimental aparte. Y no nos volvimos a encontrar realmente. Él se crio en Córdoba. Estudió allá. Hizo su universidad. Realmente nunca tuvimos la oportunidad de convivir. No lo crié, esa es la realidad”.

CAMBIO: ¿En algún momento se vuelven a encontrar y usted puede asumir el rol de padre presente? ¿O ese espacio simplemente nunca se da?

G.P.: “Es una sensación extraña. Digamos que es un reencuentro que tiene una especificidad, yo tenía ya una vida política. Relativamente brillante, llamémosla así, fulgurante, en medios, etcétera. Iba creciendo paulatinamente y él entonces encuentra a su padre así, digamos, como una figura fulgurante que sube y empieza a acercarse más a mí. Le noto inquietudes políticas, más desde el punto de vista electoral, que ninguno de mis otros hijos ha tenido”.

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CAMBIO: ¿Pero nunca le llamó la atención el estilo de vida de él?

G. P.: La mamá siempre me hablaba con preocupaciones, pero yo sentía que eran preocupaciones de toda madre. A veces, el ambiente del Caribe, en relación a la política, no es bueno, porque allí no se pudo impulsar una corriente realmente alternativa.