El Departamento de Estado estadounidense actualizó la alerta de viaje publicada en junio pasado sobre Colombia y estimó que la seguridad en ese país “ha mejorado significativamente en los últimos años”, pero “la violencia relacionada con el narcotráfico sigue afectando a algunas áreas rurales y urbanas”. 

Pese a descensos significativos en el crimen en general en Colombia, es necesario mantener la vigilancia debido a un aumento del crimen violento en los últimos meses, incluidos crímenes que resultaron en la muerte de ciudadanos estadounidenses”,

apunta la alerta.

Aunque no menciona casos específicos, el Departamento de Estado afirma que, entre noviembre de 2014 y enero de 2016, “hubo varios homicidios de ciudadanos estadounidenses en conexión con robos, incluidos robos armados en las calles y en taxis, transporte público, asaltos a viviendas y atracos”. 

Las víctimas eran una mezcla de turistas, residentes que llevaban mucho tiempo en el país y personas con doble nacionalidad estadounidense y colombiana”,

agrega. 

En cualquier caso, Estados Unidos no tiene indicaciones de que los estadounidenses hayan sido atacados “específicamente debido a su nacionalidad”, y su embajada en Bogotá no tiene información que apunte a “amenazas específicas y creíbles” contra sus ciudadanos. 

Sin embargo, “tanto las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) como el Ejército de Liberación Nacional (ELN)”, ambos considerados grupos terroristas por el Departamento de Estado, “siguen condenando cualquier influencia de EE. UU. en Colombia”, sostiene la alerta. 

El Departamento de Estado recuerda que sigue habiendo explosiones “de forma regular en toda Colombia, incluido en Bogotá” y que los pequeños pueblos y áreas rurales pueden ser “extremadamente peligrosos” por la “presencia de terroristas y criminales”, incluidos miembros de bandas armadas. 

Esas bandas están “fuertemente involucradas en el tráfico de drogas, extorsión, secuestro y robo”, apunta. 

En cambio, el Departamento de Estado considera que la incidencia del secuestro en Colombia ha disminuido notablemente desde el pico registrado al principio del 2000. 

No obstante, señala que grupos terroristas y otras organizaciones criminales “continúan secuestrando y reteniendo a civiles, incluidos extranjeros, a cambio de un rescate”. 

Nadie es inmune al secuestro sobre la base de su nacionalidad, profesión u otros factores”,

advierte el Gobierno estadounidense.

Con EFE

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