A Moreno Rivero, director de la Fiscalía Nacional Especializada contra la Corrupción, lo capturaron el CTI y la DEA, el pasado 27 de junio, por lo que el fiscal general, Néstor Humberto Martínez, calificó como “conductas que lesionan gravemente” la integridad del ente acusador y “desdicen de quien fue depositario de la mayor confianza”.

Martínez se refería a que Moreno Rivero incurrió en el delito de conspiración “para lavar activos con el fin de promover el soborno y la corrupción en Colombia”. Por eso, el exfiscal anticorrupción enfrentará a la justicia de Estados Unidos, que lo señala de un supuesto concierto para obtener dinero del exgobernador de Córdoba Alejandro Llyons Muskus, a cambio incidir en los casos que actualmente enfrenta ese exmandatario regional en Colombia.

Después de su captura, Moreno Rivero escribió una carta bajo el título ‘Padre perdóname porque no supe lo que hice’ que contiene afirmaciones como “pido perdón a todos los colombianos y a las personas que creyeron en mí”; “suplico de ustedes su perdón”; “sencillamente caí”; “lamento haberme reunido con el investigado Alejandro Lyons”; “ante las autoridades explicaré las razones de este fatídico encuentro”; “me equivoqué y debo asumir las consecuencias de este grave error”; “hoy sé que a cualquiera de nosotros le puede pasar”; “nadie camina la vida sin haber pisado en falso”.

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Esas frases causaron escozor, porque, para muchos, solo reflejan el cinismo del exfiscal y además enlodan a todos los ciudadanos de bien.

Una de las primeras en pronunciarse al respecto, a comienzos de semana, fue Laura Gil, en El Tiempo, que califica de “fiscal corrupto” a Moreno, y llama la atención sobre el hecho de que “con unos pocos días de privación de libertad, los corruptos parecen encontrar la reflexión que les fue esquiva por años”.

“La solicitud de perdón se convirtió en un trámite burocrático o en un recurso mediático que desvaloriza un instrumento de peso en la justicia restaurativa. Todos piden perdón a todos. Unos lo hacen mejor que otros”, agrega Gil. “Las disculpas exprés que, de dientes para afuera, presentan los corruptos solo aumentan el escepticismo ante las verdaderas solicitudes de perdón que necesitamos”.

La “manera extraña” de Moreno Rivero para pedir perdón, agregó El Espectador en un editorial, “no puede ser la actitud que se adopte en el país. La lucha anticorrupción se da en todos los niveles, incluso en el individual, pero precisamente por eso necesitamos que todos los colombianos apostemos, cuando se presente la oportunidad, a no caer en las mismas dinámicas corruptas de siempre”.

Ese diario recogió también las declaraciones de la fiscal anticorrupción Fanny Vega, que, en respuesta a la carta de Moreno, dijo: “Todos podremos haber pasado por situaciones difíciles, ellas sí del azar y de la vida, pero no todos pisamos en falso. Algunos preferimos seguir siendo limpios, así ello nos impida escalar en cargos”.

La carta de Moreno Rivero está llena de “lugares comunes, de algunas cursilerías, de preguntas claves sin respuesta”, sostiene Daniel Pacheco en su columna de El Espectador, que destaca lo que plantea como la “sabiduría de Moreno en su forma más condensada acerca del origen de la corrupción en Colombia: caer, a cualquiera le puede pasar”.

A renglón seguido ironiza: “A Moreno le pasó, que iba por ahí y, ¡ups!, terminó pidiéndole 400 millones de pesos a Alejandro Lyons en Miami para obstruir una investigación penal en Colombia. Como tal vez le pasó a Lyons, que era gobernador de Córdoba y, ¡ups!, terminó inventándose pacientes de hemofilia falsos para defraudar al sistema de salud. A cualquiera le puede pasar, al fiscal que nombra fiscales anticorrupción corruptos, al gobernador, a un congresista, a un presidente”.

“Al final, la lección de Moreno es que todos somos culpables, o en algún momento lo seremos. Es el pecado original. […] Y de paso, queda claro que la lucha contra la corrupción en la Fiscalía de Martínez era, hasta hace una semana, a lo sumo un acto de fe. Pero tranquilos, a cualquiera le puede pasar”, concluye.

Sobre las expresiones de Moreno Rivero, el columnista de El Tiempo Ricardo Silva comienza por hacer una aclaración: el exfiscal “no tuvo un ‘fatídico encuentro’ con Lyons […], sino que lo buscó para pedirle un soborno de un millón de dólares que, luego del regateo de rigor, terminó siendo de 400 millones de pesos”.

Para Silva, el caso “asquea” porque “no es cierto que Moreno simplemente haya caído, ni es seguro que haya dado un paso en falso como quien tuvo un mal día, ni es verdad que a cualquiera de los funcionarios de la Fiscalía o a cualquiera de los abogados o a cualquiera de los colombianos nos pueda pasar: claro que no”.

Por la gravedad de los delitos del exfiscal anticorrupción, Silva lo sitúa en la categoría de los delincuentes a los que los colombianos tienen que temer: “los dementes sin nada que perder”, como los fleteros, los escopolaminadores, los extorsionistas, los fanáticos setenteros (“que ponen bombas que no prueban su punto, sino su estúpida arrogancia”), los guerrilleros perdidos en sus laberintos sangrientos y los paramilitares.

“Por estos días [la gente] también tiembla de miedo, porque siente que ya no hay a dónde ir, apenas escucha que el fiscal anticorrupción acaba de ser capturado por corrupción: quién va a vigilar a estos vigilantes”, agrega Silva, subraya que “el repugnante caso” de Moreno Rivero “no solo ha probado que somos pastoreados por los lobos, sino que ha hecho evidente la perversa solución que hemos estado dándole a la corrupción: decir ‘es que así somos’”.

Incluso, un lector de El Espectador tocó el tema, y asegura que Moreno Rivero “no solamente se cuelga la lápida del ser el más hampón de todos, sino que, de paso, se autoendilga el título del más cínico y descarado, pues no sólo convierte su fechoría en un error, sino que también nos mete a todos los colombianos en el mismo saco con su acusadora frase ‘a cualquiera le puede pasar’”.

Este lector cita un texto del semiólogo Umberto Eco, que también publicó ese medio y que, sin referirse por supuesto al tema del exfiscal, casa como anillo al dedo en el caso de Moreno Rivero.

“[…] Hoy en día, con demasiada frecuencia se dice que delincuentes y asesinos han ‘cometido un error’, gente que practica la extorsión y recibe sobornos, hace uso ilícito de tarjetas de crédito ajenas, engaña a personas vulnerables y crédulas, gente que llega al grado de asesinar a su propia abuela con un hacha o a arrojarle ácido a la cara de su exesposa”, escribió Eco.

“Pero, por supuesto, esa gente no solo cometió errores; hace lo que sabe que es contrario a la ley y a la moral pública. Comete un delito, para decirlo lisa y llanamente”, agregó, para luego rematar: “En términos religiosos diríamos que ‘peca’, esto es, que intencionalmente hace el mal, aunque aquellos que se pasan un semáforo en rojo cometen una infracción venial y los que asesinan a su abuelita cometen una mortal”.

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