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En ese tiempo, el victimario, Julio Alberto Reyes, sometió, vejó y mató a su expareja en el local de la óptica GMO situado en el segundo piso de la plaza Italia del complejo comercial, mientras las autoridades intentaban persuadirlo de liberarla.

Para los participantes en varios foros generados en redes sociales, fue mucho el tiempo que esperaron los uniformados para actuar e intentar someter a Reyes.

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De acuerdo con Slobodan Wilches, jefe de redacción del Sistema Integrado de Información de RCN Radio, lo que pasó fue “confusión total, hasta pánico”.

“La seguridad del almacén no nos dejó pasar. La gente decía: ‘Hay un código rojo, pero no le puedo decir qué pasa’. La gente se molestó”, dijo el periodista que estaba en un local del centro comercial. “Las personas de seguridad decían: ‘Hay código rojo’, y la gente preguntaba qué es código rojo. Y respondían: ‘No le puedo informar’. Por fin una persona contó lo que pasaba”.

“Empezó a salir a gente corriendo, sonaron disparos, hasta que la Policía hizo presencia”, continuó Wilches. “Hubo una confusión total, porque había una orden por parte de la seguridad de los almacenes y otra orden por parte de la seguridad interna del centro comercial. De alguna manera, no enfocaron a la gente para buscar una salida. Vivimos momentos de susto mientras la Policía resolvía la negociación con este tipo. Duraron dos horas. Bastante”.

El comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá, general Hoover Penilla, explicó en Caracol Radio que al cabo de dos horas y media de agotar todas las alternativas, “toca ingresar para poder reducirlo y poder saber qué era lo que estaba sucediendo”.

Preguntado en esa emisora sobre en qué momento se tomó la decisión de abatir a Reyes, Penilla dijo: “Un momento en el cual el negociador llega a la conclusión de que esta persona no va a permitir el ingreso para saber verdaderamente en qué condiciones se encontraba la persona que tenía retenida, al negarse también a pasarla al teléfono para conversar con ella y al no tener ninguna respuesta sobre cuántas había dentro del local. También porque se presentan unos disparos hacia unas unidades policiales que se encontraban en la parte externa, y es allí donde se toma la decisión de ingresar y reducirlo”.

“¿No transcurre demasiado tiempo?”, le preguntan al oficial.

“No teníamos claridad. La verdad es que en este momento se podrían hacer una serie de interrogantes, y es válida”, respondió Penilla. “Pero no teníamos claridad de lo que había sucedido ni cuántas personas estaban al interior del establecimiento. Ante esa situación había que, de acuerdo a lo que se tiene establecido, entablar una comunicación con esta persona y saber qué era lo que él requería para permitir o que salieran las personas que estaban dentro del establecimiento o que nos permitiera ingresar para poder constatar la situación. Dos horas. Dos horas y media duró esta situación para llegar a la conclusión en la cual esta persona no iba a permitir en ningún momento el ingreso ni iba a permitir la salida de nadie”.

Nota: la versión inicial de esta nota se ilustró por equivocación con una imagen del centro comercial Santafé de Medellín.

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