El Consorcio Colombia Energy y las empresas transportadoras de crudo llegaron a las selvas del Putumayo con la promesa de mejorar la producción petrolera y con la seguridad de que en las 38.000 hectáreas de influencia del proyecto no existían asentamientos indígenas, informa El Espectador.

Al menos con esa directriz, que fue respaldada tanto por el Ministerio del Interior, como por el de Ambiente y la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (Anla), fue con el que el consorcio entró a operar en una de las reservas ambientales más delicadas y complejas del país, indicó ese medio.

En este caso en particular, la Corte Constitucional ordena que la petrolera aplique la consulta previa para conocer del pueblo nasa su testimonio acerca del impacto ambiental que ha tenido la explotación y el transporte del petróleo en su territorio.

Sin embargo, dice El Espectador, la aplicación de la norma no será sencilla porque los habitantes del resguardo exigirán que el Consorcio Colombia Energy asuma la autoría de los daños, mientras que la petrolera afirma que una buena parte del impacto ambiental es atribuible a la guerrilla que dinamitó en varias ocasiones las tuberías de conducción.

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A eso se suma que el debate no está exento de aspectos relacionados con la espiritualidad del pueblo nasa.

En la bocana El Culebrero, quebrada La Amarilla, se evidenció la ausencia de los espíritus guardianes del territorio del sitio sagrado debido a la contaminación provocada por el CCE”, es una de las afirmaciones que hizo a El Espectador el líder nasa José Evaristo Garcés.