El sujeto, que fue condenado a 36 años de cárcel por esos hechos, contó en una entrevista exclusiva para la revista Semana que no trabajó solo, que recibió instrucción y operó junto a un grupo de 20 a 30 hombres que aprendieron a matar utilizando lazos para ahorcar a sus víctimas.

Entre 2007 y 2012, en 5 departamentos del norte del país, desaparecieron 60 mototaxistas señalados por el confeso asesino de cometer robos a universitarias y de dañar el negocio de las empresas transportadoras.

Gracias a la confesión del homicida, las autoridades han ubicado los restos de 23 de ellos y todavía están en la búsqueda de los demás cuerpos. Se cree que Luis Gregorio Ramírez tiene relación directa con estos casos y que no ha contado toda la verdad.

El sujeto dijo a Semana que el método que utilizó para ejecutar a los hombres se basó en un complicado sistema de nudos que ataba alrededor del cuello, las manos y las piernas de las víctimas. Estos amarres se activaban con el movimiento de las extremidades para provocar una muerte lenta y atroz.

“Son tres nudos muy difíciles. La persona que no tiene conocimiento de un lazo nunca da para hacerlo. Primero, el lazo del cuello, se activa cuando se activa el de las manos. Es decir, apenas usted estira las piernas, se activa el lazo de las muñecas y a su vez ese activa el del cuello, que es el más fuerte. Apenas la persona hace un movimiento, se le corta la respiración inmediatamente”, dijo Ramírez a Semana.

Cuando los mototaxistas, hombres entre los 19 y 30 años de edad, morían ahorcados bajo su propio peso, generalmente atadas a un árbol, Ramírez los sepultaba o los dejaba a la intemperie para que sus cuerpos se descompusieran. Luego, tomaba algunas de las pertenencias de los cadáveres para conservarlas en su casa.

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Según el general Jorge Luis Vargas, director de la Dijín, este tipo de procedimiento homicida corresponde al de un psicópata y un sádico que actuó solo, sin una motivación social de por medio.

No obstante, Ramírez dice que esto no prueba que él sea un asesino en serie, sino que reafirma la idea de que obedecía órdenes y debía demostrar a la organización criminal para la que trabajaba, que había cumplido con la misión de exterminar a quienes se dedicaran a la ‘motopiratería’ y por eso conservaba algunos de los objetos personales de las víctimas, apuntó la revista.

Vea aquí la entrevista a Luis Gregorio Ramírez realizada por la revista Semana.

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