Detonar un carro bomba en la Escuela de cadetes General Santander fue un acto “atroz y estúpido”, plantea Juan David Ochoa en El Espectador, donde concluye que quienes lo hicieron “le entregan al Gobierno actual el mejor discurso para posicionarse con estrategias violentas y han frustrado por añadidura toda posibilidad de continuar un proceso de paz que el uribismo nunca ha querido llevar a cabo”.

Según el columnista, el acto de terrorismo le da validez al discurso de retaliación que manejan y difunden los partidarios del expresidente Álvaro Uribe Vélez, que tomará más fuerza en pleno año electoral:

“El uribismo tiene la carta mayor en sus manos y el contexto perfecto: el inicio de campaña para las alcaldías de las grandes ciudades que se verán amedrentadas por esta nueva zozobra, el posicionamiento en la imagen de su Gobierno invisible y la distracción frente al fiscal general que necesitan ileso y cercano para continuar la custodia de los grandes pactos. No podían tener un escenario más óptimo para las rutas políticas que apenas empiezan. Uribe sabe que puede montar ahora este caballo aturdido, y hacerlo relinchar entre la sangre”.

En su habitual espacio en el diario El Heraldo, María Fernanda Matus lamenta que haya quienes aprovechen una tragedia humana “para sabotear el Acuerdo de Paz y generar más odio” y considera “absurdo que algunos políticos y supuestos líderes aporten al desasosiego y la desesperanza”.

Para Matus, hay guerristas en todas partes, especialistas “en justificar y mantener la guerra”, y sus víctimas no son solo quienes perdieron la vida en el acto terrorista, sino toda una sociedad “acostumbrada a la guerra”.

“Celebrar los fallos en un proceso de paz que le ha costado tanto a la realidad nacional es inhumano y mezquino”.

Uribe capitalizó la situación

El expresidente “rápidamente aprovechó para culpar a las negociaciones de paz con las Farc del atentado terrorista”, expone Nicolás Rodríguez en El Espectador.

El artículo continúa abajo

Por supuesto, las palabras del hoy senador son verdades para sus más fieles simpatizantes, y por ende, el ataque del pasado jueves “tiene como consecuencia directa e inevitable la radicalización de un sector del país”.

Para consuelo del columnista, y de muchos colombianos, el presidente Iván Duque “ha tomado hasta el momento una distancia enorme con respecto al tipo de declaraciones abiertamente guerreristas que le conocemos al uribismo menos respetuoso de los derechos humanos”, no obstante su postura frente al manejo de la situación ha sido ambigua.

Del jefe de Estado también habla bien Lucy Nieto De Samper, quien destaca la “gran celeridad y mucha responsabilidad” con la que ha manejado la crisis, y reconoce en El Tiempo “que el ministro de Defensa fue muy justo y acertado al declarar que las Farc no tenían nada que ver con esta desgracia”.

“Porque el senador Álvaro Uribe y uno de sus hijos, a base de lanzar tuits, trataron de involucrar al gobierno Santos en esos hechos tan desgraciados”, lamenta la periodista.

“No nos unimos ni a la hora de darnos el saludo de la paz en misa”.

Otro columnista del diario El Tiempo, Luis Noé Ochoa, considera que “estamos enfermos del alma”, evocando los asesinatos de 226 líderes sociales apenas en el último año, y recordando “esa sensación de peligro y zozobra en todo lugar, como la vivimos ya en las décadas del 80 y el 90”.

Ochoa también recuerda que “en el gobierno de Santos, muchos querían, inclusive con mentiras, emberracando a la gente, que fracasara el proceso de paz con las Farc” y afirma que “hay odio y envidia” en lo más profundo de nuestra sociedad.

“No nos gusta que al que no nos cae bien le vaya bien. Así es en lo cotidiano. Hay cierto placer en que el otro fracase o pierda. Si sube el candidato del otro partido, esperamos la hecatombe”, analiza.

Sin excepción, los columnistas citados hacen un llamado a la unión contra el terrorismo.