La historia de la comunicadora se conoce en medio de una oleada de revelaciones como parte del movimiento #YoTambién, en el que cientos de mujeres relatan situaciones de acoso. Pero este caso tiene una diferencia clave, le da rostro y nombre a quien sería su victimario.

Según le contó Duque a El Espectador, el episodio sucedió hace 15 años en el Día de la Madre. Para ese momento, la periodista adelantaba una investigación sobre la muerte de Jaime Garzón y Gómez Méndez accedió a concederle una entrevista sobre el caso, pero ese domingo en su apartamento, en el norte de la ciudad.

La periodista le contó al diario que como no era un personaje de fácil acceso, y menos para un tema tan sensible, aceptó la entrevista en ese lugar. Para cuando llegó, según dice, el entonces fiscal sostenía algunos documentos del caso, y “ya tenía servidas 2 copas de vino” como parte de “una pequeña celebración” por el Día de la Madre.

Gómez Méndez le habría dicho a Duque que después de celebrar llegaban “al otro nivel”. La periodista dice que eso se puede interpretar como el “tema informativo” o el “tema sexual”, y que eso la asustó.

Duque relató: “Con mucha prevención me senté y, de repente, el tipo me puso la mano en la rodilla. Yo me paré como un resorte. Le dije que me tenía que ir. Que había sido una mala idea ir hasta allí. Me sentí muy asustada. […] Él no fue ni agresivo ni grosero, no le voy a poner a esto más adjetivos que los que el episodio tuvo, pero sí me asusté. Cuando estaba llegando a la puerta, él me la abrió y me intentó dar un beso. Salí despavorida”.

El medio también consultó a Gómez Méndez, que enfatizó en que “el hecho como ella lo plantea simplemente no existió”, y que en ese apartamento recibe a “muchas personas, incluidos periodistas”. Sin embargo, no quiso especificar cuál era su versión de ese momento.

El exfiscal le dijo a El Espectador: “No voy a ponerme a recrear una entrevista particular de hace casi quince años. Ya le dije lo que pienso. Así como mi respeto por ella, como una valiente periodista. Eso es todo”.

Duque contó su historia motivada por el acoso que habría sufrido Dorotea Lasserna, mamá de Paloma Valencia, por parte de un exprocurador general de la Nación, y que la misma senadora contó en los últimos días.

Las historias tienen algo en común. En ese trino, la periodista hace referencia a una cama en la oficina de Gómez Méndez en la Fiscalía. Y en la columna escrita por Valencia dice que su mamá le contó que “oyó muchas cosas sobre ese procurador. Se hablaba de una cama donde cursaron todos los ascensos de la entidad, los servicios que prestaba la entidad. Sí, ¡una cama!”.

Gómez Méndez fue procurador entre 1989 y 1990. Sin embargo, cabe resaltar que la senadora no hace ningún señalamiento con nombre propio en contra del jurista, o cualquier otro funcionario que haya estado al frente del ministerio Público porque no conoce quién es. Dice que solo sabe “que es un hombre poderoso” y su mamá “siente miedo de enfrentarlo”.

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Recientemente se conocieron otros dos casos que involucran periodistas y “hombres poderosos”, pero que guardaron silencio y no dieron nombres. En las últimas semanas, la primera que se atrevió a admitir que fue víctima de esa situación fue Paola Ochoa. En su columna, en El Tiempo, la comunicadora reveló que sufrió “por largo rato” una “situación insoportable” de acoso por parte de un jefe.

Luego de eso, Claudia Morales, hizo la revelación en una columna que escribió para El Espectador. La periodista asegura que su caso llegó al extremo de la violación, y también fue un jefe. Este caso ha sido de los más comentados por como Morales ha descrito a su agresor, pues asegura que sigue siendo “un hombre relevante en la vida nacional”, y con amplio “margen de peligrosidad” que los colombianos vemos y escuchamos “todos los días”.

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