La carta fue escrita por un docente de esa institución que no reveló su identidad, informó El Espectador.

En el texto, que fue difundido en redes sociales, se afirmó que “la niña que apuñaló a su compañera también es víctima” porque, entre otras cosas, “ella proviene de una ciudad que les ofrece motos, ser prepagos, modelos ‘webcam’, pero no sin antes padecer la violación, el maltrato en el hogar y en el barrio”.

Además, la carta señala que las agresoras “son apenas una muestra de la tragedia de nuestras comunidades”.

“¿Quién le enseñó a Alejandra a golpear?, no fue el Inem. ¿Dónde se aprendió la indiferencia?, no fue en el Inem”, finalizó.

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La reflexión nació después de que dos jóvenes de 15 y 17 años señaladas de cortarle el cabello a una compañera, y herir a otra que intentó intermediar, provocaran el rechazo de la comunidad educativa, autoridades y miles de comentarios en las redes sociales alarmados por la situación.

A continuación, la carta completa:

No es el Inem el espacio promotor de la violencia, allí no enseñaron a utilizar el cuchillo, ningún profesor mostró en clases cómo torturar públicamente a otra persona cortando su cabello y golpeando para que las demás sepan y entiendan quién manda.

El colegio es un modelo en el país, es un lugar que enseña el valor de la diversidad, allí estudian jóvenes de todos los rincones de Medellín, el centro educativo reúne todos los estratos socioeconómicos, estudian hombres y mujeres, van los calvos y los melenudos, las chicas tinturadas y las que planchan su cabello, también se respetan piercing, tatuajes, tienen rampas para skate, unas instalaciones generosas y una planta docente con gente muy preparada, profesores que enseñan el valor de la crítica y la reflexión, modalidades para explorar y profundizar en campos de conocimiento como las artes o las ciencias sociales. 

Insisto, no fue el colegio, allí no se aloja la causa, éste es un lugar de convergencias; más bien se trata de una amarga coincidencia, de esas que no se explican, de esas con las que crecimos en Medellín, el colegio fue atacado, fue violentado, este espacio de pluralidades fue simbólicamente apuñalado, cortado, -así como el cabello de la niña- algo se quiso decir, sí, las violencias llegan a todos los espacios, afectan nuestras relaciones, se meten en la cotidianidad, fragmentan.

En Medellín está la causa, está en nuestra dolorosa historia, también está en lo más profundo de las raíces del conflicto armado de Colombia. La niña que apuñaló a su compañera también es víctima, ella representa esa gran franja de exclusión, representa a todas las personas que crecieron viendo cómo matar es la mejor respuesta, ella creció viendo cómo un país votaba rechazando la paz y creció en una zona de Medellín donde “los duros” regulan todo, desde la economía, hasta la convivencia de vecinos.

Ella proviene de una ciudad que les ofrece motos, ser prepagos, modelos web cam, pero no sin antes padecer la violación, el maltrato en el hogar y en el barrio, ella creció en un sector donde se forman “fleteros” y donde torturan, desangran y destrozan cuerpos, acá, en esta zona ser un duro sigue siendo un modelo de vida. Camionetas de alta gama, reuniones de comandantes de Oficina, discotecas, gimnasios y moteles clandestinos administrados por combos,  todo eso se ve en la Noroccidental, por eso asombra su frialdad: la manera cómo naturalizó el hecho, cómo se blinda diciendo que el cuchillo se hundió.

En esta zona más niñas han sido apuñaladas, conozco historias de jóvenes lanzadas a las quebradas, justo detrás de la Escuela República de Uruguay, allá en esas mangas violan mujeres, pero también es el lugar del castigo a quién supuestamente algo hizo, es el lugar de encuentro para pelear y matar.

La génesis no está en las dos chicas, ellas son apenas una muestra de la tragedia de nuestras comunidades, acá desparecen a diario y a diario se enseña a avergonzar. Hacer el ‘shampoo’ es una práctica que escuché desde mi infancia, ese castigo y tortura pública donde se demuestra poder impregnando pegante en el cabello, esa práctica fue la misma que ayer causó risas en otros estudiantes y parecía tan normal, sí, porque ya lo han visto, ya lo sabían.

Este es el país donde se hace viral un video de golpizas, donde también arrastrar un cuerpo es normal. Mucho tiene de responsabilidad la manera cómo se ha asumido el conflicto en este terruño: mafias, oficinas, redes de explotación sexual, trata de personas, secuestros, desaparición, desplazamiento intraurbano, economía ilegal exitosa.

Lo que vimos ayer en video es apenas una muestra muy pequeña de una realidad dolorosa de Medellín, esa es la otra cara, la que nos mostraron sin edición, la que la administración ha negado por décadas, es la Medellín que no se puede poner facilmente en palabras, es esa la Medellín de la negación y la desesperanza.

¿Qué se les ofrece a la infancia y a los jóvenes?, ¿Cuál es el modelo de ciudad que se muestra?, ¿Quién enseñó a apuñalar?, ¿Quién le enseñó a Alejandra a golpear?, no fue el INEM. ¿Dónde se aprendió la indiferencia?, no fue en el INEM.

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