“Consideramos que es hora de parar semejante insensatez, tan asesina como suicida. Y le exigimos al Eln que, cuando se reanude la Mesa de Conversaciones de Quito suspendida por el gobierno en respuesta a los atentados guerrilleros, vuelva a ella con la seriedad que hasta ahora no ha mostrado: con la intención sincera de abandonar sus armas manifiestamente inútiles, que hoy se han convertido en un estorbo para la construcción pacífica de la deseada justicia social en Colombia”, dice la carta.

Este pronunciamiento responde a una serie de atentados terroristas del Eln,  como el ataque contra un CAI en Barranquilla (en el que murieron 6 policías y otros 40 resultaron heridos) y la amenaza de un paro armado nacional.

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La carta, además, dice que el Eln, después del fin de la tregua pactada con el Gobierno, “decidió reanudar sin tardanza sus acciones terroristas”, y que lo hizo sin escuchar el clamor de “medio país que lleva años pidiendo la paz”.

Después, los intelectuales cuestionan la lucha armada: “No es derramando petróleo en los ríos y matando policías, hombres tan de la entraña popular como sus asesinos, como se hace avanzar la revolución social que dice buscar el Eln”.

“Cincuenta años de lucha armada no han dejado más que un rastro de sangre y de lágrimas, de desplazamientos forzados en el campo y de destrucción ecológica en los ríos y en las selvas”.

Según los intelectuales, esa lucha armada debilita a las fuerzas de izquierda democrática y termina fortaleciendo a “la reacción retrógrada”, es decir, a la derecha.

La carta completa fue publicada por El Tiempo.

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