“Uno oía que un señor abusaba de las hijas y que ahorita estaba abusando de las nietas. A todos nos parecía terrible pero, como usted sabe, nadie decía nada. Reinaba como dicen por ahí vulgarmente la ley del silencio. Además, uno por acá no sabe con quién se está metiendo y es mejor quedarse callado”, explicó a Noticias  Caracol uno de los habitantes de la zona en donde actualmente estaba el señalado abusador, que fue capturado por la Policía.

El testigo cuenta al noticiero que las niñas, menores de 14 años, mostraban comportamientos extraños para su edad, ya que cuando salían al pueblo “esas muchachas vivían como presas y eso ni levantaban las cabezas cuando uno las veía pasar eran como cabizbajas, como si estuvieran presas, como si estuvieran regañadas”.

Pese a ello, nadie se atrevió a ponerlo en evidencia.

El que finalmente descubrió lo que sucedía fue un médico que atendió a una de las jovencitas que, supuestamente, había caído por un abismo y se había golpeado fuertemente en sus genitales. No obstante, agrega el informativo, el galeno se percató de que en realidad lo que tenía eran lesiones por acceso carnal violento.

Al conocer el caso, la Policía examinó varias prendas  y encontró que había rastros del mismo hombre que estaba huyendo de la justicia desde 2009: Moisés Ramírez Sanguino.

“Después de varias denuncias que llegaban a la Fiscalía, se logra identificar un caso aberrante de un hombre mayor que no solo accedía carnalmente a sus hijas, sino a sus nietas”, confirmó el coronel George Quintero, comandante de Policía en Norte de Santander, citado por el diario La Opinión.

En el momento de la captura de Ramírez Sanguino, las autoridades dicen que ya se había trasladado a otra finca para trabajar como cultivador y seguir buscando más víctimas.

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