“Mucha gente está de acuerdo conmigo. Nuestro país no está diseñado para cerrar”, dijo Trump, y agregó. “Así se puede destruir un país, si se cierra”.

De hecho, el secretario de Estado, Mike Pence, anunció este jueves desde la Casa Blanca ayudas económicas para que las empresas y los negocios como los bares y restaurantes paguen sus nóminas a los empleados así estén cerrados, y eso les alcanzaría para “varios meses” de inactividad.

Donald Trump, en medio de la pandemia de coronavirus COVID-19

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Sin embargo, una cosa es lo que dice y quiere el mandatario y otra lo que refleja la realidad y las cifras, ahora que Estados Unidos se acaba de convertir en el país con mayor número de contagiados por COVID-19.

Así las cosas, Estados Unidos se está convirtiendo rápidamente en un nuevo epicentro de la pandemia global de coronavirus, como señala la disparada de nuevos casos el jueves, mientras el desempleo alcanza máximos históricos.

Varios hospitales neoyorquinos se declaran abrumados por los crecientes casos de COVID-19, y un 40 % de la población del país está bajo cuarentena.

Pese a todo, Wall Street recuperó parte de las gigantes pérdidas de este mes con el anuncio de un paquete de rescate económico de 2 billones de dólares negociado en el Congreso.

Más de 100 personas murieron por el coronavirus en las últimas 24 horas en Nueva York, donde una larga fila de personas, la mayoría con máscaras y ubicadas a dos metros de distancia una de otra, aguardaba fuera del hospital Elmhurst en Queens bajo guardia policial para someterse a un test.

El gobernador Andrew Cuomo dijo que la mayor prioridad es “aplastar la curva” de nuevos casos en el área metropolitana de Nueva York. El estado tiene 53.000 camas de hospital disponibles, pero está haciendo lo posible por aumentar la capacidad a 140.000, la cifra que cree que precisará en 20 días, cuando se llegue al pico de la pandemia.