Se trata de la regla de los dos testigos, y consiste en que, para que los testigos de Jehová decidan castigar a alguien por algún pecado, debe haber como mínimo dos personas que haya presenciado la falta, explica BBC. Eso, por supuesto, aplica en casos de abuso sexual.

Karen Viney padeció las consecuencias de esa regla. Cuando tenía 12 años empezó a sufrir abusos por parte de un superintendente del grupo religioso. Cuando la niña tuvo 15 años, decidió decirle a su padre, que tenía un cargo similar, lo que estaba pasando y, cuando presentaron la denuncia formal ante las autoridades de la agrupación en la ciudad de Barry (Gales), los encargados hicieron que se cumpliera la mencionada regla. Como nadie había presenciado los abusos, la denuncia quedó impune.

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Los seguidores de esa religión basan su fe en una interpretación literal de la biblia, y la regla en cuestión es prueba de ello, ya que se encuentra en el Antiguo testamento, en algunos capítulos del libro del Deuteronomio. En uno de ellos, una pena de muerte no se aplica porque no hay dos testigos que confirmen el señalamiento contra el acusado.

Sin embargo, parece que no les dan la misma relevancia a todos los apartes de la biblia. Ross Blackman, que hizo parte de esa iglesia, dice:

“Escogen determinados versículos a los que les otorgan un peso mayor que a otros”.

Kathleen Hallisey, una abogada que representó a una víctima de abuso en su demanda a la religión, compara la tendencia de muchos testigos de Jehová con la de la iglesia católica, y dice que, aunque los casos públicos de los segundos son mucho mayores, el nivel de encubrimiento de los primeros es alarmante.

Una comisión especial en Australia publicó un informe en el que encontró evidencia de más de 1.000 casos de abusos de miembros de esa religión desde la década de 1950, pero ninguno de ellos fue reportado a la policía, informó CNN en 2015. En ese mismo país, la comisión que investigaba concluyó que la religión no protegía adecuadamente a los niños de los abusos sexuales, indica The Guardian.

Por eso, a pesar de que los líderes de la religión niegan esos delitos y aseguran estar a favor de las víctimas, ellas no creen que en realidad haya cambios de fondo.

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