“Como ciudadano privado y candidato, el señor Trump pasó años argumentando que la guerra civil de Siria no era el problema de Estados Unidos, que Rusia debía ser un amigo y que China era un “enemigo” cuyos líderes no debían ser invitados a cenar. Como presidente, el señor Trump, en cuestión de días, involucró a Estados Unidos más directamente en el pantano sirio que nunca antes, abrió una nueva riña… con Rusia e invitó al líder de China a una cena… en su finca de la Florida”, dice ‘The New York Times’.

Para el periódico, en el proceso también sacudió la política doméstica, pues marginó de las decisiones internacionales a su asesor Stephen K. Bannon, que se oponía al involucramiento en el Medio Oriente más allá del combate al terrorismo y estaba en favor de sanciones comerciales a China.

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Así mismo, dice el periódico, al atacar a Siria se distanció del presidente ruso Vladimir Putin, tal vez tratando de desvirtuar acusaciones de que estaba a las órdenes de él, luego de que interviniera en su favor en las elecciones de Estados Unidos.

No obstante esta aparente incoherencia, se anuncia que Trump emitirá un decreto presidencial castigando el ingreso de acero chino a Estados Unidos y mandará a su secretario de Estado, Rex W. Tillerson, a Rusia para limar asperezas derivadas del ataque a Siria y para saber hasta qué punto Rusia es un aliado en la guerra contra el Estado Islámico.

De cualquier forma, los demás líderes mundiales tratan de descifrar su política exterior. Para expertos citados por ‘The New York Times’, Trump es impredecible instintivo e indisciplinado. Congresistas lo califican de emocional.

El periódico recuerda que Siria no es el único frente que tiene que enfrentar Trump, con esas mismas características de personalidad: se asegura que el presidente ya ha pedido alternativas para enfrentar a Corea del Norte, incluyendo la introducción de armas atómicas en Corea del Sur, si no recibe una respuesta favorable a su mesurada solicitud a China para que asuma un papel más proactivo.

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