Durante casi toda su vida ha estado encerrada entre bloques de concreto, sin compañía alguna, indicó en su página web la organización Personas por el Trato Ético de los Animales (Peta).

Jason Baker, vicepresidente de ese organismo en Asia, manifestó a The Dodo que, al principio, Mali compartía el lugar con otros dos elefantes; sin embargo, murieron al poco tiempo. Sobre esto, se desconoce cómo sucedieron los hechos.

Ese medio también entrevistó a Ashley Fruno, una activista de alto nivel de Peta, quien manifestó su angustia por la situación que vive el animal:

Cuando ves a Mali, no puedes dejar de imaginar lo que han sido las últimas cuatro décadas para ella, y la miseria, el aburrimiento y la soledad que ha soportado”.

La privación de un ambiente natural le ha afectado mental y físicamente. De acuerdo con el testimonio de Baker al portal mencionado, Mali camina hasta el borde del espacio que le asignaron, levanta su pie “con la esperanza de dar un paso más” y cuando “se da cuenta de que ha llegado al final, retrocede y trata de nuevo… y otra vez”.

Cuando entiende que no hay lugar a donde ir, añade el directivo, ella “camina sin rumbo alrededor de su recinto, recogiendo escombros del suelo”.

Entre tanto, Henry Richardson, experto en elefantes, sugirió en 2012 que Mali podría estar teniendo problemas en sus pies debido a sus caminatas sobre concreto, informó PETA a través de una página en la que promueve una campaña para salvarla. Entre las dolencias que podría tener se encuentran clavos incrustados, cutículas cubiertas de vegetación y grietas en sus patas.

Aunque la organización ha intentado convencer al zoológico de trasladar a Mali a un refugio, el recinto, administrado por el gobierno, se ha opuesto alegando que el animal ya es muy viejo y no soportaría el viaje.

Este es un video que Peta compartió en 2012, en el que se evidencia la soledad de Mali:

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