En el relato de BBC, el hombre (anónimo) cuenta que se fue a Medellín a un retiro con unos seminaristas y curas, sin contarles nada a sus padres, que no querían que se convirtiera en religioso. Logró la autorización gracias al director del seminario y líder espiritual del grupo, que empezó a mirarlo, según cuenta, de forma extraña.

La primera noche, el sacerdote le dijo que hablaran. Sabiendo la posición de poder que él tenía, la víctima aceptó. El cura lo llevó a su oficina (que también era su habitación) donde le ofreció whisky y empezó a preguntarle por qué quería ser sacerdote y si estaba dispuesto a respetar los votos de pobreza, obediencia y castidad. El clérigo se quedó en ese último voto.

Le preguntó al joven si se sentía atraído por alguien. Él dijo que por una mujer, pero aclaró que nunca había tenido relaciones sexuales con ella. En ese punto, el cura le preguntó si solía masturbarse y cómo lo hacía. La víctima, intimidad y temblando, según relata, respondía los interrogantes. Entonces, el sacerdote empezó a tocarle la pierna y le preguntó si le gustaba. Él, asustado, dijo que sí.

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El cura lo llevó a su habitación lo besó en el hombro y las orejas. Lo desnudó y, luego de un contacto mutuo (que no le gustó al religioso, al parecer), el sacerdote le dijo que fueran al baño a masturbarse. Así pasó. Cuando salió de la habitación, ya no pudo sacar de su cabeza lo que había pasado.

“Me bañé media hora, me sentía sucio, muy sucio. Lloré, creo que lloré”.

Tiempo después, ya de regreso a Bogotá, el joven se enteró de que el sacerdote había sido trasladado a la capital. El cura lo llamaba y, aunque quiso confrontarlo con dureza, el abuso se repitió. El joven no era capaz de hablar de lo sucedido con nadie, y las confesiones que hacía con otros curas decían la verdad a medias.

Fue con religiosos jesuitas, con los que habló y a los que les contó lo que había pasado, que se dio cuenta de que lo que había pasado era un abuso, porque el sacerdote aprovechó su posición de poder para conseguir sus objetivos sexuales. Así empezó a asumir su sexualidad, al punto de lograr entablar una relación con otro hombre con el que hoy está.

El hoy hombre cree que el papa “ha hecho cosas buenas”, y está convencido de que quiere cambiar muchas cosas en la iglesia. Según dice, aunque siente que el ‘bichito’ de convertirse en sacerdote todavía lo inquieta, lo más probable es que finalmente eso nunca pase.

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